Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De la Paca a la Guapi y algunos más

Una vez comienza el embrutecimiento moral y del mismo se obtienen pingües beneficios, es difícil detenerse; reflexión que, en el caso que me ocupa, trasciende el ámbito individual para hacerse extensiva a grupos otros que los políticos, siquiera para variar. Clanes como el de "La Paca", por ejemplarizar esa deriva al margen de la ley y que la justicia no puede o sabe acotar como debiera.

Francisca Cortés Picazo, la matriarca de esa caterva de delincuentes, fue detenida -pronto hará ya diez años- por tráfico de drogas en las islas: el llamado caso Kabul. Se preveían 18 de condena y, sin embargo, fue absuelta al poco tras considerarse ilegales las escuchas telefónicas que probaban el delito continuado, lo que supuso también el carpetazo y aquí no ha pasado nada para la mayoría de implicados, aunque el tiempo se encargaría de probar la cronicidad de sus tejemanejes y así, en 2010, fue condenada por el caso Son Banya, extensivo a muchos de sus familiares y haciendo palmario que se trata de un tumor -pluricelular como los son todos- para el que la extirpación, incluso con margen de seguridad, es la única garantía de un punto y final: léase prisión incondicional en las próximas décadas y, de considerarse que esto no rehabilita a los empecinados como es mi opinión, quizá fuese mejor alternativa la condena a trabajos comunitarios de por vida o plantearse una deportación definitiva a cualquier islote. Con caña de pescar y cuatro gallinas.

"La Paca", por cuestión de rentabilidad a la que no era ajena, blanqueaba dinero a través de inversiones inmobiliarias y, entretanto, ocultaba parte del mismo en un falso techo; el resto, con ayuda de los consanguíneos: sus hermanos "El Moreno" y "Juan el Loco", su hijo "El Chencho"€ En estas circunstancias y vista la reiteración, aludir a presunciones por no contravenir la legalidad vigente, se antoja a la larga y visto lo visto de escasa operatividad, porque ¿qué trabajo honrado podría justificar esos 550.000 euros que entre unos y otros escondían? A mayor abundamiento, las actividades de otros parientes próximos confirman que se está frente a un colectivo que pide a gritos distinta contundencia que la exhibida hasta aquí por los tribunales.

Otro de los hijos de la tal, "El Ico", es un yonqui sin rehabilitar, encausado por más de veinte delitos y el repaso de su currículo da, como suele decirse, para mear y no echar gota. Según él mismo confesó, compraba a policías -creíble a tenor de otros contubernios demostrados- a fin de que no inspeccionasen su bar en Gomila, el Cavali y, al igual que su madre, salió de rositas del caso Kabul pese a los Rolex de oro o sus coches de alta gama. En 2016 golpea a alguien con un ladrillo y pocos meses después agrede a su sobrina, embarazada, y al marido de ésta. En febrero de este mismo año y tras chocar con otro automovilista en una rotonda -sin permiso de conducir-, lo encañona con una pistola de mentirijillas (no es la primera vez) y le roba el móvil, aunque a los tres meses quedará en libertad porque el auto "carece de motivación" (?). Y volverá a las andadas, me permito aventurar, porque es lo que ha ocurrido recientemente con su hermana, en línea semejante y es que los lazos de sangre, como se aprecia en este caso, dan para bastante más que simples parecidos físicos.

"La Guapi" (de algo han de servir las hemerotecas) lleva muchos años, como el resto, visitando juzgados y cárcel por algo más que sospechas. En 2005, una condena de nueve meses sustituida por multa. Al año siguiente, 18 meses por blanqueo de dinero procedente del narcotráfico con el que todos ellos, al igual que otros clanes de Son Banya (los de "El Forrito", "Los Bizcos"€), se procuran una vida incluso mejor que las de Bárcenas o Rato. Y sin los quebraderos de cabeza que puedan suponer los paraísos fiscales. "La Guapi" fue también implicada en los casos Kabul, Son Banya y, como última guinda, a finales del pasado septiembre es de nuevo detenida, junto a su amiga "La Bizca", por la posesión de 3,5 kilos de cocaína.

Siquiera por estética, esa "justicia superior" al decir de Flaubert, tal vez fuese oportuno, como sugería, actuar con una ejemplaridad que, más allá de los resultados (también podrían dejar el islote comprando a los vigilantes, como saben hacer), evitase que asumiéramos la razón que asistía a quien afirmó que la verdad, a la larga, no importa. Y es que no todo habría de terminar con unos pocos meses o esos euros de penalización para los que les bastará con levantar un ladrillo. El clan de "La Paca" hace patente que la redención es demasiadas veces pura entelequia y, por seguir con las paradojas, sólo nos faltaría que, por habitantes de un poblado también por redimir, asistiéramos al debate sobre la conveniencia de proporcionar, a los miembros/miembras de esos clanes, vivienda y sueldo mientras se integran, abren una cuenta bancaria que sustituya al colchón y cumplen horarios como cualquier hijo de vecino.

Si así fuera, a una mayoría tendrían que convencernos sobre la oportunidad de tales medidas y, con toda seguridad, se precisaría de mediadores al igual que demandan los soberanistas catalanes. Probablemente, en lugar del abad de Montserrat, el de Lluc, por cercano, sería en este caso más adecuado o, por elevación, el Papa Francisco. Venido desde Italia y aprovechando cualquiera de los cruceros que nos visitan.

Compartir el artículo

stats