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José María de Loma

Todos mojados

Hay mucha gente con prisas por proclamar una república independiente. De hecho, no piensan en otra cosa. Son los que van por la calle sin paraguas. Están tan absortos en la liberación nacional que no caen en la cuenta de que hay asuntos más urgentes. Por ejemplo, no mojarse. Los romanos decían que primero vivir y después filosofar. Pero alguna gente es partidaria de, primero la independencia y luego todo lo demás. Incluido el abrigarse. Llovía con ganas ayer en mi ciudad. Un independentista caminaba con toda la cabeza mojada mientras enviaba mensajes llamando a una protesta. Supongo que él no podrá acudir del tremendo resfriado que se habrá pillado. Hay resfriados que se pillan y resfriados que se cogen. La gente es muy de dejarse los resfriados en cualquier sitio. Llegas a una terraza algo descuidado y con manga corta, te sientas al fresco, pides un café y sin darte cuenta te quedas con el resfriado que una estudiante de biología, un soldado francés, un cura o un maestro de primaria se han dejado olvidado allí después de tomarse un Frenadol.

Cataluña está tosiendo mucho y toda España está resfriada y enferma. Los medicamentos prescritos son muy diferentes, así es el mundo de la farmacia política. Unos quieren revolución y abismo y otros constitucionalismo. Unos, algaradas y otros, policía. No faltan centralistas, federalistas, indecisos y hasta cantonalistas aflamencados. Lo cierto es que la lluvia nos cae a todos menos a los que ya están presos, que lo están por impedir una acción policial ordenada por la justicia (que prueben a hacerlo en Estados Unidos, Inglaterra o Francia) y no por sus ideas políticas. Hay gente que tiene ideas políticas que lo confinan a la cárcel del dogmatismo y la cerrazón. Pero no lo saben. O sí. Y ahí están tan a gusto, tratando de llevarnos todos a esa prisión mental en la que confinados se hallan.

Es como esa gente que va sin paraguas porque dicen que les gusta el agua de lluvia pero no reparan en que están enfermando a su cuerpo. Maltratándolo.También hay gente que está tan bien resguardadita en casa de la lluvia, con su te, su nómina estatal asegurada, la útil y nunca bien ponderada batamanta y la chimenea y el ordenador encendidos, que alientan a las algaradas y las independencias mirando las gotas caer por la ventana.

Pues mejor, ya podrían dedicarse a redactar poemas, ya fuera en sonetos o en prosa poética. o sea, a engrosar la lírica nacional o regional. Por ejemplo. O a dejarle el paraguas a quien lo necesite. O a resolver un damero maldito, de esos a toda página (pedazo de crucigramón) que publicaban los periódicos y que podrían resultar tan endiabladamente difíciles de resolver como este resfriado, que ya es gripe y empeora también a base de malos médicos y que a lo peor nos va a devastar pronto y a todos.

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