Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

Puigdemont: así no

Todo el procés se ha basado en una turbia secuencia de falsedades. La historia de Cataluña urdida por el nacionalismo es una completa fabulación, que encuentra en los hechos de 1714 el punto culminante del disparate, al dibujar una España invasora que sometía por la fuerza al Principado. Es falso que Cataluña haya estado sometida a un extraordinario expolio desde la Constitución (no se debe obviar que Pujol cogobernó frecuentemente el Estado durante sus 23 años de mandato, y recibió con gusto el apoyo del PP cuando lo necesitó para mantenerse en la Generalitat). Y aunque tienen toda la razón los catalanes al indignarse por la forma cómo se gestionó su mutilado estatuto de autonomía, no es tampoco cierto que exista una maquinación permanente contra sus intereses, contra la relación Barcelona-Madrid o contra la autonomía catalana. Más bien el nacionalismo fanatizado y los antisistema de la CUP han engendrado una animadversión hacia el Estado y lo español, ignorando que Cataluña participó gozosamente en la edificación del régimen del 78, sin que el principal artífice del nacionalismo catalán moderno, Jordi Pujol, propusiera ni siquiera una reforma estatutaria durante su larguísimo mandato. Miquel Roca había sido adamás pieza clave de un proceso constituyente que los catalanes respaldaron clamorosamente en las urnas.

Así las cosas, el dilema al que debe responder Puigdemont, y que debía haberse plasmado ayer en un sí o un no, es muy simple: si está o no dispuesto a regresar a la legalidad para resolver los problemas planteados en el marco del Estado de Derecho. Si no lo está, el próximo jueves el Estado de Derecho tomarás las medidas adecuadas para restaurar la legalidad quebrantada.

A este respecto, la carta evasiva de Puigdemont es un puro despropósito porque las dos peticiones que contiene desenfocan todavía más la cuestión. En primer lugar, el diferendo, ya judicializado por la obstinación de Puigdemont de violentar la legalidad, no se resolverá mediante reuniones bilaterales ente Rajoy y él mismo. La crisis debe plantearse en sede parlamentaria, aprovechando o no la comisión de estudio sobre la reforma constitucional que ya está operativa e interviniendo el conjunto de las fuerzas políticas en un salto cualitativo que ha de ser por fuerza multilateral y multiterritorial. Rajoy no dispone de la soberanía nacional para poder pactar un 'referéndum acordado'.

En segundo lugar, es inaceptable la solicitud al presidente del Gobierno de que "revierta la represión contra el pueblo y el Gobierno de Cataluña", aludiendo acto seguido, como prueba de tal 'represión', a que ayer mismo comparecían como imputados ante la Audiencia Nacional "los líderes de la sociedad civil catalana" (¿no son los jefes de los partidos los verdaderos líderes de la sociedad civil catalana?) y el jefe de los mossos? ¿Acaso pretendía Puigdemont que Rajoy, al recibo de la misiva, descolgara el teléfono para ordenar a los responsables de la Audiencia Nacional que cese "la represión" a que están sometiendo a quienes violentaron la legalidad vigente? ¿Ha perdido el presidente de la Generalitat la perspectiva democrática de la división de poderes después de ignorar ese criterio tan reiteradamente en Cataluña, donde parece gobernar cada vez más el partido único, sometido al dictado no contrastado en las urnas de la Asamblea Nacional de Cataluña y de Òmnium Cultural?

Puigdemont estaba/está sometido a presiones antagónicas, pero parecen haber prevalecido las tesis de los más radicales frente al realismo de un sector del PDeCAT, con Artur Mas al frente, que se habría inclinado por una vía más realista y menos onerosa que la que plantea el presidente de la Generalitat. Todo indica que el día 19 no habrá marcha atrás de la Generalitat, por lo que nos embarcaremos todos en un proceso sin precedentes y de resultado incierto que, como primera providencia, tendrá efectos económicos sensibles (la inestabilidad y el crecimiento son conceptos antagónicos). Todavía hay tiempo para la cordura, pero no se ve ni una brizna de voluntad de traerla al tablero.

Compartir el artículo

stats