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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Este artículo te está leyendo

Si me estás leyendo sobre el papel, se mantiene la jerarquía tradicional. Decides si continúas con la lectura o si la abandonas, pero tu comportamiento no posee una repercusión inmediata. No puedes modificar lo que viene escrito de una vez por todas. La comunicación diferida unas horas perpetúa el statu quo. Este clima templado estalla por los aires si por el contrario lees esta columna en internet. Como el propio nombre de la red indica, pasamos a interactuar. Incluso podríamos escribir la pieza conjuntamente en tiempo real, igual que los lectores del New York Times resuelven el crucigrama del periódico con la guía de un experto.

Y sobre todo, la versión electrónica de este artículo te está leyendo. Sabe si te encuentras ahora mismo en esta línea o un poco más arriba. Detecta el tiempo exacto que has perdido contemplando esta obra maestra, si te has saltado el párrafo intermedio para acudir sin trámites al desenlace. Es decir, lo aprende todo de ti mientras te mantiene subyugado por la calidad de la prosa. En una hipótesis tan indeseable que ni me atrevo a contemplar, detecta si me has abandonado a estas alturas, si me has desenchufado de tu teléfono inteligente y le estoy escribiendo al vacío. Encima, documentará tu traición y mi oprobio para siempre. Pronto se elaborará una colección de columnas que ningún lector se dignó acometer. Contra la publicidad desbocada, internet es un universo mucho más cruel que la ignorancia precedente.

A este artículo que estás leyendo, y no viceversa, solo le falta medirte las pulsaciones mientras vas avanzando. Todo se andará. A un escritor le preguntan a menudo si piensa en su lectores cuando escribe. Ahora no solo los soporta vigilándole por encima del hombro, sino apuntando las teclas que debe pulsar, las emociones que necesita transmitirles. Iba a pedirte el final que no encuentro para esta disertación, pero no me extrañaría que ya te hubieras largado, cargándome con la cuenta y la propina. Pues nada, mañana volveré a simular que no estás ahí, leyendo y siendo leído.

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