Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Cataluña no es Grecia

Por mucho que se esfuercen los independentistas catalanes en convencer al mundo de lo heroico de su lucha contra un Estado opresor, Cataluña - hay que decirlo- no es Grecia. No es la Grecia oprimida que se levantó en armas contra los otomanos y a cuya lucha por la libertad se sumó, con el trágico destino que conocemos, el romántico lord Byron. Barcelona no será nunca por fortuna Mesolongi.

Sólo a un Julian Assange, que no es precisamente Byron, se le ocurrió sumarse al coro independentista y anunciar desde su injusta jaula diplomática: "Si lo de hoy (por la Diada) es una guía, el 1 de octubre nacerá una nueva nación o (más ominosamente) una guerra civil". Poco hay en efecto de heroico en el empeño de los líderes de los partidos independentistas catalanes, quienes con su modo de proceder han terminado perdiendo el crédito político y sobre todo moral que creían haber acumulado.

Parecen en efecto decididos aquéllos a quemar todas las naves y arrastrar, en su irresponsable huida hacia adelante, a un pueblo mucho más plural del que se imaginan y al que ni siquiera se han molestado en explicar qué clase de futuro le aguarda al final del camino por ellos trazado. De esa forma, una derecha nacionalista heredera del más corrupto pujolismo trata de hacer olvidar unos escándalos tan graves como los que justamente critica en el PP de Mariano Rajoy mientras sus extraños compañeros de cama no dudan en tomar cualquier atajo con tal de llegar como sea a la república que anhelan.

Consideran unos y otros que la degradación y el desprestigio de las instituciones del Estado pueden servirles de coartada pero se equivocan, como yerra también un Gobierno que sólo ha sabido hasta ahora recurrir a medidas claramente represoras, por muy amparadas que estén por la justicia. Un Gobierno que, ayudado por su hermano menor de Ciudadanos, busca además la adhesión inquebrantable a esas medidas cuando está cada vez más claro que, como no nos cansaremos de repetir, sólo con la política y el diálogo y no con imposiciones ni hechos consumados podrá finalmente cortarse tan intrincado nudo gordiano.

Compartir el artículo

stats