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José Francisco Conrado de Villalonga

La conjura de los necios

Es un ejercicio sugerente además de conveniente el ausentarse algún tiempo del país para al regreso valorar la atmósfera que asedia, el desempeño de los gestores públicos, la calidad de su inteligencia o el nivel de necedad. Cuanto más se aleja uno, la desconexión es mayor, perdón por utilizar el término desconexión hoy ya desacreditado. En el retorno se confirma, el escenario es testarudo, que la situación poco ha cambiado y ese poco ha ido a peor. Veamos algún ejemplo. La CUP, esa formación anti sistema, ha publicado un cartel preparatorio del referendo, en el que se invita a barrer de los irreales "Països Catalans", cualquier vestigio del Estado, ¡menuda sandez! No saben distinguir entre lo que es una comunidad cultural y lingüística, importante y muy respetable, de lo que no es, una unidad política. Tampoco es fácil aislarse del Estado, salvo que se haga de forma violenta, y las posiciones no parecen, por el momento, estas. En el panfleto de instrucciones para el "barrido" incluyen al rey como si fuera un extraño en aquel territorio, ignorando que es príncipe de Girona y conde de Barcelona , igual que rey de Mallorca, y del resto de las Españas. Desconocen la historia o están fuera de la realidad. Sugieren barrer a un rey que se preocupa mucho de Cataluña, que está allí con más frecuencia que en el resto del país y que en sus intervenciones habla bien en catalán, ¡que error!

Los ataques a la principal industria de Balears tienen, seguramente, su origen en la "ley de alquiler turístico", calificada por su autor como ley Frankestein, cuya redacción y tramitación ha despertado la turismofobia. Durante décadas se han hecho esfuerzos para incrementar la llegada de visitantes extranjeros y alargar la temporada turística. Ahora que se ha logrado hay que machacar a los turistas, a los restaurantes, bares, supermercados, y propietarios de pisos. Los ingresos que de esto se derivan ayudan a sortear dificultades a mucha gente. Pues ya está aquí a Arran, y esto no ha hecho más que empezar. La huelga de los empleados de seguridad del aeropuerto de Barcelona, andan revueltos contra el laudo de la propia Generalitat. Ellos, los trabajadores, también piensan que se pueden salir de la ley o de las resoluciones del gobierno catalán, el ejemplo se va trasmitiendo, en el fondo, en el inconsciente de estos trabajadores, se refleja la actitud de Puigdemont y la falta de flexibilidad de Rajoy. Ya hay nuevo gobierno en Castilla-la Mancha, entre PSOE y Podemos -partido extremista radical-, mal antecedente y el Secretario de Organización del PSOE dice, una y otra vez, que este acuerdo no es un precedente, ¿pues entonces qué es? Y el ayuntamiento de Palma sigue empeñado en arrasar el monolito de sa Feixina aun sabiendo que se va armar una zapatiesta de cuidado. ¿por qué no se destinan los 200.000 euros que costará la voladura de un monumento a limpiar la ciudad más sucia de Europa?

Parece que estamos asistiendo a un concierto, a una conjura de lerdos. Recuerden la novela La conjura de los necios ( A confederacy of dunces), de John Kennedy Toole, escrita en 1960, publicada póstumamente en 1980 y, que recibió el premio Pulitzer. La historia está ambientada en Nueva Orleáns donde Ignatius Reilly, una conjunción de don Quijote y Santo Tomas de Aquino, denuncia a una comunidad carente de teología y geometría, de decencia y de buen gusto. Es un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada. Explica lo que ocurre por allí de forma simpática e ingeniosa, dice que "los necios se conjuran mucho y descansan poco", que "cuando aparece un genio se le reconoce en seguida porque los necios se juntan contra él". El pobre Ignatius Reilly acaba declarando su desconexión con un gobierno y una sociedad, que hace agua por muchos por todos lados. De forma inconsciente coincidía con Demócrito de Abdera, filosofo presocrático -Tracia 460-370 a. C.-, que sostenía que todo está perdido cuando los incompetentes gobiernan y son ejemplo para otros. Ignatius, ante el panorama que observa y describe, acaba reconociendo su soledad, con la siguiente memorable frase, "yo solo me relaciono con mis iguales, pero como no tengo iguales, no me relaciono con nadie".

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