Resido hace a penas tres meses en el centro en esta maravillosa isla y en concreto en su capital, Palma. De la que por cierto, me siento una privilegiada como peninsular al haber podido encontrar una vivienda digna a un precio razonable, eso sí tras una agotadora búsqueda de piso para alquilar en un mercado que cada día iba elevando sus precios y en los que la calidad de los mismo coincidía en absoluto con sus desorbitados precios.

Retomando los hechos que me han impulsado a escribir estas líneas y considero deben ser publicados en este periódico. Lo primero, que soy como otras tantas vecinas que disfruta, a diario, de pasear por el centro de la ciudad. Sin embargo, cada día en ciertas calles, no para de sorprenderme causándome una gran indignación, comprobar la lamentable imagen que presenta esta ciudad con tanta riqueza patrimonial, ante la lamentable gestión de unos servicios mínimos, tanto en el centro urbano, por no mencionar en las numerosas calles aledañas o en los barrios del extrarradio de Palma. He residido durante largas temporadas en otras ciudades turísticas, que a pesar de contar con menos mucho menos recursos, cuidan con esmero, especialmente las zonas más transitadas: calles comerciales y playas urbanas. Pongo por ejemplo, Las Palmas de Gran canaria, al coincidir por Palma en ser capital de una isla muy turística, Gran Canaria.

La forma tan irregular de actuar de la empresa concesionaria EMAYA, de la que recientemente he podido saber que además de este servicio, debido quizás a méritos propios o por ofrecer unos bajos presupuesto en sus servicios. Han dado como resultado que la misma cuenten con el monopolio en la gestión de el agua, limpieza y alcantarillado. Servicios que por cierto, todos los vecinos de Palma debemos pagar mensualmente. Sin embargo, esta mala gestión ,que sería muy fácil subsanar en alguna medida, y que a pesar de las continuas denuncias publicadas en varios medios, como Diario de Mallorca, no sirven para que se tomen cartas en el asunto por lo que incita a pensar que el consistorio viene haciendo oídos sordos.

Con estas líneas quisiera denunciar algunas de las situaciones que he sido testigo y me parecen bastante graves y a buen seguro no serán todas. A saber: falta de papeleras o que las que te encuentras por el centro presentan una imagen de suciedad acumulada de largo tiempo; otras, aparecen llenas de basuras hasta rebosar. Escasa presencia de camiones de riego a presión por las calles más céntricas, que de sobra saben que especialmente, en época estival, se triplican el número de viandantes, turistas además de los cientos de trabajadores de la temporada turística.

Todo ello, unido al elevado número de perros, da como resultado, especialmente ahora que hemos sufrido altísimas temperaturas, mala imagen, además de unos olores insoportables. Para más sorpresa he podido comprobar que la limpieza urbana no se realiza a horas tempranas, cuando las calles comerciales quedan vacías de tránsito a primera hora de la tarde noche. Si a esto sumamos el lamentable estado de los contenedores nuevos, que junto con la nueva la campaña municipal ha supuesto, a buen seguro, un altísimo gasto para las arcas municipales. A pesar de ello, estos atractivos depósitos de reciclado, no creo que vayan a tener una larga vidaya que en su mayoría no se limpian, ni se vacían con la frecuencia que lo reclaman y principalmente debido al incívico uso que numerosos vecinos hacen de ellos.

Simultáneamente, el escaso barrido de las calles de elementos naturales, como son las hojas caídas de los árboles, especialmente en plazas o vías peatonales, como en Ramblas o el Borne. Y finalmente los absurdos horarios en el que se realiza las recogidas de basuras, en la que los camiones no realizan sus labores durante la noche como es habitual en cualquier ciudad, sino que los de EMAYA es normal encontrarlos a primera hora de la mañana, coincidiendo con la puesta el despertar o despertando a quienes no lo han decidido, y obstaculizando su camiones con el afluente tránsito de vehículos y viandantes a esas horas de la mañana.

Ante la responsabilidad de los ciudadanos, considero que la solución educacional en nuestro país se consigue gracias a la imposición de multas. Es decir, solamente reaccionamos cuando nos duele el bolsillo. Por lo que el consistorio podría atajar gran parte de este problema sancionando primeramente a la empresa concesionaria y posteriormente a los ciudadanos que comentan estas incívicas acciones simplemente reorganizando o aprovechando la enorme y desproporciona plantilla de incansables trabajadores del control de estacionamiento, ORA quienes controlan con ojo avizor e imponen sanciones o las cámaras colocadas en el centro y zonas ACIRE, que no escatiman para imponer multas a todo vehículo que transita por estas vías.

Finalmente, me gustaría denunciar también el lamentable el estado de la mayoría de los parques de la ciudad. Especialmente, el céntrico de ses Estacions. Lo primero, no puedo entender como desde el ayuntamiento, apuestan por ubicar parques con zonas ajardinadas con césped, en una isla que carece de la existencia necesaria de agua y que finalmente no riegan ni cuidan, por lo que acaban presentado un absoluto abandono. En este céntrico parque se refleja cada día una asombrosa Torre de Babel, las numerosas nacionalidades que conviven en Palma, sin embargo a la dejadez de los jóvenes mallorquines, se suma al asentamiento, por no decir, la invasión del parque, por comunidades de originarios de países latinos quienes transforman el espacio público en casi un templo al aire libre, en el que pregonar sus religiones o realizar pícnic o a los que se les permite una día si y otro, celebrar fiestas folclóricas, sin considerar las molestias de ruidos para los vecinos y finalmente dejar, sin decoro, una cantidad ingente de basura, en este espacio publico, tan necesario como pulmón verde para la ciudad.

En esta ocasión, la responsabilidad es del Ayuntamiento, por la falta de control policial, y lo que es más grave si cabe, la contratación de una mínima plantilla, formada por solo dos trabajadores, para realizar las labores de limpieza diaria, de una enorme extensión de zonas verdes. Como comprenderán, no pueden dar abasto para hacer la recogida y limpieza diaria de las cantidades de basura de todo tipo esparcida a lo largo y ancho de este céntrico parque, en gran parte deteriorado y con vallas en su mayoría caídas y oxidadas prueba de que fueron instaladas desde tiempos inmemorables. Por no mencionar, el asentamiento, continuo, cada vez más numeroso, de indigentes que se han adueñado de determinadas, zonas llegando llegan incluso a no respectar el pernoctar, en las zonas infantiles.

Como indicaba al principio, todos estos hechos considero que son el deber como ciudadano exigir sean solucionados por los que nos representan, en pro de contar con una mejor imagen y una calidad de vida en nuestra ciudad.

*Periodista