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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Air Berlin, que estás en el cielo

Air Berlin, que estabas en los cielos. Santificado era el tu nombre, que no podíamos pronunciar sin la genuflexión de ordenanza. Tu hub ha hecho puf. El pan nuestro de cada día nos lo has dejado de dar. Ahora estás en los cielos, pero tras describir la línea quebrada de una línea quebrada. Por fin podemos criticarte un poquito, aunque ya no sirve de nada y aunque siempre nos gustó tu puntualidad prusiana. Incluso aceptamos la pésima imagen de Mallorca que estás proyectando en la Alemania cañí, porque las declaraciones de Merkel lloriqueando por la ruina de su segunda compañía de bandera se ilustran en los telediarios germanos con escenas de Son Sant Joan. Cualquiera diría que has perdido centenares de millones de euros porque un cachorro de Arran disparó con tirachinas y hundió tu flota.

Air Berlin, nos tenías tan engañados que ni siquiera eras alemana. Pasaste primero a manos de los turcos y después de los emiratíes, tanto trasiego no presagiaba nada bueno para nuestro hub que fue bluff. Tu colapso nos obliga a concluir que transportar a quince millones de pasajeros a Mallorca no es negocio para las compañías aéreas, quizás debiéramos replantearnos la famosa riqueza turística. Se necesitan cuarenta millones de visitantes para extraer un mínimo de interés a los vuelos, y nos esforzaremos en conseguirlos. Todavía queda mucho espacio en la isla, solo sobran un millón de nativos.

Air Berlin no era una compañía, era una ideología. Cómo no refrescar hoy la escena en que su vibrante director general escribió en la revista oficial de la compañía que "hay pueblos de Mallorca en los que los niños ya no hablan el castellano". Alguien argumentará que algo no funciona cuando una línea aérea se embarca en la lingüística, pero es más sensato concluir que el catalanismo imperante ha hundido a Air Berlin. Suerte que los ejemplares alemanes lo hacen todo perfekt. Ninguna alabanza tiene valor si no es posible la crítica, y ninguna crítica tiene sentido cuando su destinatario ha desaparecido. Amén.

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