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JOrge Dezcallar

Negar la evidencia

Si piensan que tenemos un verano caluroso prepárense porque todo indica que el futuro será peor.

El New York Times ha conseguido una copia del borrador del informe sobre el clima que el Congreso norteamericano encarga cada cuatro años. Y lo ha publicado por su enorme interés y porque teme que la administración de Donald Trump trate de silenciarlo pues ya se sabe que el presidente duda del impacto humano o de los gases de efecto invernadero sobre el clima y lo mismo piensa Scott Pruitt, que dirige la poderosa EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente). Su nombramiento ha sido como poner al zorro al cuidado del gallinero pues lo primero que hizo fue reducir los fondos dedicados a estudiar estas cuestiones.

El informe lo han hecho entre trece agencias diferentes sobre la base de millares de estudios en los que han participado decenas de millares de científicos y pasa por ser "el informe científico más conclusivo sobre el clima", algo que no es fácil porque una cosa es predecir el tiempo que va a hacer mañana, la temperatura, los vientos, las nubes, la humedad y las precipitaciones, y otra muy distinta es el clima, que trata de reflejar las tendencias a largo plazo que muestra el tiempo, las medias en temperaturas o en precipitaciones, sus extremos y cómo van cambiando a lo largo de los años. Esto es mucho más complicado.

Las conclusiones a las que llega son devastadoras porque concluye que las temperaturas del mundo han pegado una fuerte subida desde los años 80 del pasado siglo y que las últimas décadas son las más calientes de los últimos 1.500 años. Afirma, por ejemplo, que el mundo se ha calentado 0,9 grados centígrados entre 1865 y 2015 y que esto ha provocado otros cambios en cadena desde las capas más altas de la atmósfera hasta las mayores profundidades oceánicas. Cada vez los días son más calientes y las noches menos frías, con efectos documentados sobre la temperatura en la superficie del planeta, su atmósfera y sus mares, sobre el deshielo de los glaciares, el menor espesor de la capa de nieve o su misma desaparición en ciertos lugares, la disminución del hielo marino, las sequías y las lluvias torrenciales, la mayor frecuencia de tormentas, la elevación del nivel del mar, la desaparición de arrecifes de coral o el aumento del vapor de agua en la atmósfera. Particularmente preocupante es el hecho de que las temperaturas en Alaska y en el Ártico están subiendo el doble de deprisa que en el resto del planeta y esto afectará a la salinidad de los océanos e inundará zonas costeras.

Los redactores no dudan de que la actividad humana está relacionada con estos acontecimientos y dicen tener "pruebas relativamente fuertes" de que, por ejemplo, factores provocados por el hombre han contribuido a las fuertes olas de calor que hubo en Europa en 2003 y en Australia en 2013. También consideran "extremadamente probable" que más de la mitad del aumento de la temperatura ambiente en el mundo desde 1951 esté relacionada con la actividad humana.

Los científicos que han elaborado este texto creen que aunque fuéramos capaces de reducir a cero hoy mismo nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, aun así la temperatura media del planeta subiría 0,3 grados de aquí a fin de siglo y que para estabilizarla a un nivel de 2 grados centígrados por encima de la actual, como pretende el reciente Acuerdo de París sobre el Clima, serán necesarias reducciones mucho más significativas en los actuales niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. Alarmados por el problema, 200 países tomaron medidas en ese Acuerdo de París del que ahora los EE UU amenazan con retirarse porque Donald Trump considera que es contrario (?) a los intereses norteamericanos. Y esa decisión es muy grave porque los EE UU son hoy el primer contaminador del mundo, por delante de la misma China. No contento con ello, Trump está autorizando extraer más carbón para reanimar el sector minero de su país, muy afectado por la crisis y que le dio muchos votos en las elecciones.

Yo me he encontrado con gente en los Estados Unidos que niegan a Darwin y la teoría de la Evolución y que defienden el Creacionismo con Adán y Eva y con una edad de la Tierra que desmienten los conocimientos científicos. He encontrado defensores de los platillos volantes, a gente que cree a pies juntillas en la astrología (Nancy Reagan no daba un paso sin consultar con su astrólogo), a mormones que almacenan víveres en el trastero porque esperan que el fin del mundo suceda un día de estos, a judíos ortodoxos que no pueden ir en coche o encender la luz durante el Sabbath, y a personas que aún hoy niegan que Armstrong llegara a la luna. Hay "gente pa tó" que decía el torero Rafael el Gallo cuando le presentaron a don José Ortega y Gasset y le explicaron que era filósofo. Pero son gentes que no hacen daño con sus creencias.

En cambio me irritan los que defienden posturas apriorísticas en contra de los avances científicos y que toman luego decisiones que van a afectar negativamente mi vida y a la de mis hijos. Y que lo hacen por soberbia, por ignorancia, por fanatismo o por intereses egoístas y miopes a corto plazo. Porque esta Tierra es la única que tenemos y su futuro no puede depender de ignorantes con poder, que no escasean y que son los peores.

*Embajador de España

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