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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Los otros visitantes

No se inquieten no voy a dedicar estas líneas a debatir, una vez más, si es excesivo el número (y la naturaleza) de los turistas que simultáneamente nos eligen como destino para pasar sus vacaciones. De quién es la responsabilidad: ¿de los hoteleros y/o de las viviendas de alquiler turístico? ¿Turismofobia o turismofilia? Voy a cambiar de registro. Voy a dedicar estas líneas a otros visitantes menos numerosos, que provocan (en algunos) desinterés más allá de la anécdota y/o (en otros) cierta inquietud por su aumento exponencial progresivo. Me refiero a las catorce pateras, con 156 migrantes, que han sido localizadas en aguas de Cabrera frente a las tres que fueron detectadas en todo el 2016.

El pasado lunes, último día de julio, me dirigía con mi barca junto a otras cuatro personas desde s´Estanyol hacia es Trenc y otras playas cercanas con la sana intención de gozar de un baño en sus maravillosas aguas. Muy cerca de la costa frente a sa Ràpita estaba un barco de la Guardia Civil de notable tamaño. Mi primer pensamiento fue que el motivo podía ser la presencia en las aguas de Cabrera de la familia real (el rey, su madre y sus sobrinos; la reina y sus hijas, no). Pero también pensamos que la causa podía ser la previsión de posibles pateras. Les confieso que tuve un pensamiento "perverso": no dejaba de ser paradójico la coincidencia en unas mismas aguas del potente barco que acogía a la familia real y una patera de 25 caballos que incluía a catorce personas (sin rostro, ni identidad) que una vez "rescatados" serían remitidos (si no eran menores de edad) a un centro de internamiento a la espera de repatriarlos a sus lugares de origen.

Cada una de tales personas tenía, y tienen, su propia historia. Huyen de su país, de su región, de su pueblo, dejando a sus familias, por el simple motivo de poder alcanzar una nueva vida sin guerras, sin muertes, sin esclavitud, sin hambrunas. No se inquieten, no pienso aplicarme un "buenismo" pidiendo barra libre a todo inmigrante. Pero tampoco voy a limitarme a aceptar un "pasotismo" como solución a un problema real.

En España, en Ceuta y Melilla, hemos instalado las criminales "concertinas" (14 kilómetros de un muro de alambres con cuchillas). Dicho sea de paso, los "asaltantes" que no consiguen saltar el muro son trasladados por la policía marroquí al sur del país y abandonados en pleno desierto. Y el Gobierno de España de los 17.387 refugiados que se comprometió a acoger sólo han llegado 1.212. Hemos convertido al Mare Nostrum en un gran cementerio, también en nuestro mar de Alborán. Se prevé que este año lleguen a Italia más de 220.000 migrantes. Pero este no será un verano cualquiera. La extrema derecha ha fletado un barco de cuarenta metros que se dispone a lanzarse "contra las actividades de las ONG que rescatan a los migrantes". Los grupos ultraderechistas, y en Italia partidos como la Liga Norte o Movimiento 5 Estrellas, han llegado a calificar a los barcos de rescate como "taxis de inmigrantes". En Calais el Defensor de Derechos de Francia ha publicado un duro informe recordando que el gobierno es el responsable de impedir que las personas sean sometidas a tratos "inhumanos o degradantes" y reclamó la instalación, con carácter inmediato, de "un acceso permanente a agua y a alimentos adaptados a las necesidades de los exiliados en condiciones dignas", así como un centro de día para menores y mujeres". Suma y sigue campamentos de refugiados en Hungría, Bulgaria, Turquía.

Concluyo reproduciendo una carta al director redactada por un ciudadano residente en Barbate (Cádiz) lugar habitual de recogida de migrantes. "Los mares que bañan nuestras costas se han convertido en un cementerio de ciudadanos que sufren guerras, miserias y hambre en sus países. A los gobernantes europeos parece que las cifras ya no les escandalizan, y por la continuidad en el tiempo lo asumen como algo sin remedio: los ahogamientos continúan y, de momento, no hay esperanza de que se pongan de acuerdo para darle solución a este holocausto marino. Todo esto es de una bajeza moral que no tiene parangón. A lo mejor es que muchos de nosotros somos unos ilusos y vemos las cosas con otras perspectivas. Abolir la esclavitud en sus tiempos también costó muchos años. La historia, con el tiempo, nos juzgará por no haber tenido la capacidad de, al menos, poner los medios para mitigar este desastre humanitario". No pretendo fastidiarles sus vacaciones, en caso de gozarlas. Intentaré que mis próximas colaboraciones estivales sean más divertidas. Bon estiu.

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