Mi hermano Pedro hizo su propia contribución a mi educación. Me compraba libros para que practicara la lectura, para que conociera todo ese mundo que pensaba que era importante que conociera, y así seleccionaba cuidadosamente sus libros, los libros que me traía a casa. En los ratos libres me los ponía en la cabeza y me hacía subir las escaleras. Me explicaba cómo poner los pies para moldear las piernas, como debía mantener el equilibrio erguida y con una bella posición. Pedro, mi querido hermano, fue un hombre elegante: amaba los libros y la belleza.

Hablar de que los libros embellecen no es hacerlo en sentido figurado. Los libros no solo ralentizan el proceso de envejecimiento, sino que crecen a la inversa, nos rejuvenecen. En la universidad decimos -con más fundamento que poesía- que la lectura y el aprendizaje forman parte del envejecimiento activo; que leer y aprender influyen en el envejecimiento del cerebro, ralentizan el deterioro psicofísico y mejoran las funciones cognitivas y emocionales.

Si analizamos los datos sobre la expectativa de vida observamos que muchos de ellos mejoran la duración y la calidad de vida. El nivel educativo y el nivel cultural, la pertenencia a una clase social y económica, la profesión que se ejerce, el entorno o el lugar donde se vive. Son algunos de los factores que intervienen decisivamente en posibilitar alcanzar una mayor edad en mejores condiciones. De hecho, uno de los ejemplos que se utilizan para hablar de la posibilidad o no de aumentar la edad de jubilación, es comparar la expectativa de vida de personas que han ejercido actividades profesionales distintas en función de la actividad intelectual, de la carga y del ejercicio físico realizado.

Con motivo del décimo aniversario, pedí al alumnado de la Universitat Oberta per a Majors (UOM) que nos ayudara a preparar la exposición que habíamos pensado organizar en la conmemoración de su fundación. Entre muchas de sus aportaciones recogieron material fotográfico propio y de sus compañeros, desde el inicio del proyecto hasta ese momento. Cuando las fotos estuvieron ordenadas cronológicamente las miré detalladamente. Vi con sorpresa que -a medida que pasaba el tiempo- mis alumnos parecían rejuvenecer. Me aseguré de que la cronología temporal era la adecuada y no, no había errores. No era el resultado de detalles como el vestido o el peinado. Era la sonrisa, la mirada, la forma de enfrentarse a la cámara y de ver el mundo en ella. Las fotografías mostraban una forma distinta de estar en el mundo, más activa, más segura, más feliz. Más bella.

El tiempo ha seguido su curso y diez años después de eso han pasado veinte. El lunes pasado se hacía entrega de los diplomas a la nueva promoción en el nuevo final de curso, y recordaba a mis alumnos y pensaba en cómo me recordarían ellos. Son muchas generaciones diferentes confluyendo en esa ceremonia: los recién llegados que recogen su diploma por primera vez, los veteranos que vuelven, que regresan a hacer su especialización. Fue en el momento de ver a los que forman parte de la magnífica coral que ellos mismos crearon en que los observé lentamente uno a uno, una a una, con la mirada amorosa de una madre, y los vi a todos más jóvenes. Y entonces siento que todos ellos han hecho los deberes, que han cultivado la amistad, que haber cumplido con la agenda de las actividades encomendadas les ha llevado no sólo a ser mejores sino también a ser más felices, han encarado el tiempo siguiendo el proyecto de vida que quieren seguir viviendo.

Seguramente ellos también me observan con la misma mirada escrutadora, intentando saber si la vida causa en mí el mismo efecto que yo siento que causa en ellos. Mi hermano Pedro entendería mi felicidad y se sentiría orgulloso del trabajo que hizo en mí. De ahí que solo pueda agradecerles desde aquí a mi hermano y a todos mis alumnos lo mucho que han hecho para que yo sea quien soy. Y como no encuentro mejor manera de hacerlo que Mandela diga el resto cuando dice que "lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de que hayamos vivido sino los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás". Gracias por embellecer la mía.

* Catedrática en la UIB