Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Amenazas por burofax

La noticia del verano pendiente es la amenaza por burofax a un vecino mallorquín, que se quejaba del ruido de turistas alquilados en casas que se promocionan bajo el señuelo de que en ellas “no se puede descansar por la noche”. La opinión mayoritaria califica la situación de demencial. Sin embargo, el suceso entra en la normalidad de la postrada Mallorca, donde la potencia colonial previene a los nativos con métodos coactivos. En el burofax de marras se presagiaba el catálogo completo de calamidades a la víctima del ruido, que llevaba recorridos todos los escalones de la Administración sin hallar respuesta a su desgracia. Su desgracia es ser mallorquín en vez de suecoalemán.

Por supuesto, el burofax incluía la cláusula sobre “reservarse las acciones legales”. En efecto, la ley de alquiler turístico ha demostrado quién manda aquí. Los buitres multinacionales imponen su dictadura del ruido manejando los resortes letrados y judiciales, los primeros muy bien pagados y los segundos sufragados por las víctimas. Apuesten a que pronto habrá más condenas a mallorquines desesperados que a suecoalemanes que practican aquí la barbarie que les prohíben en sus dictaduras de origen. Mientras prosigue a buen ritmo el desalojo forzoso de los indígenas en alquiler, aguardamos la primera iniciativa de los funcionarios encargados de perseguir el acoso inmobiliario, el delito más frecuente ahora mismo. No solo soportamos el ruido y las amenazas, sino que tenemos que pagar su estéril tramitación. La noche sin dormir y la mañana siguiente de papeleo.

Mi primer burofax tenía que ver con Michael Douglas. El abogado que me lo envió fue condenado después por corrupción, y también este desenlace viene alumbrado por la lógica. Desde entonces sospecho que todos los burofaxes son redactados por un mismo individuo, con variaciones del “no necesito ni verte para aplastarte con todo el peso de mi ley, asqueroso mallorquín”. El burofax es una amenaza penal, pero en referencia al pene emisor. Dios nos libre de la prepotencia de los impotentes.

Compartir el artículo

stats