Diario de Mallorca

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Si hacía falta algún ejemplo más para poder concluir que el fútbol de nuestros días es un disparate, el culebrón del posible fichaje de un jugador del Barça, el brasileño Neymar, por parte del Paris Sant Germain cumple con creces los requisitos. Aunque nadie suelta prenda sobre sus verdaderas intenciones en este asunto, ni el PSG ni el Barça ni, menos que nadie, el jugador, las informaciones van y vienen dando paso a noticias, reportajes, titulares y portadas en unos meses en los que, como partidos, no hay, es necesario compensar el mono de los aficionados por otras vías.

La cláusula de rescisión del contrato que tiene en vigor Neymar con su club es de nada menos que 222 millones de euros, cifra que viene a equivaler al coste de un avión Boeing 330, el denominado Airbus. Pero parece que la oferta que le ha hecho llegar el PSG a Neymar para ganarse su voluntad de huida a París incluye sueldos libres de impuestos propios de las Mil y una noches, como corresponde al carácter y condición del actual dueño del club francés, el qatarí Nasser Al-Khelaifi. Entre fichaje, sueldos y tasas, la operación se calcula que podría ascender a 750 millones de euros. Es casi el presupuesto de 2016 de la Comunidad Autónoma de la Rioja.

El despropósito de gastarse semejante cantidad de dinero en un jugador viene a formar parte de las claves de ese aquelarre en el que se ha convertido el mundo de nuestros días y, desde luego, no supone más escándalo que el de cualquier otro capricho propio de quienes figuran en la lista Forbes de los multimillonarios actuales. Con el añadido de que las consideraciones éticas se convierten en un chiste cuando se procede a comparar los costes de los equipos de fútbol con los que supondría vacunar a todos los niños del Tercer Mundo. Hacerlo se consideraría una demagogia, así que mejor volvemos a los asuntos llamados deportivos, aunque tengan lo mismo que ver con el deporte que Donald Trump con el oficio de presidente de los Estados Unidos.

? Neymar terminará siendo jugador del PSG o seguirá en las filas del Barça porque la tercera opción, que los simpatizantes de uno y otro club, hartos de la historia, obliguen a que se le traspase gratis a un equipo chino, no puede siquiera tomarse en consideración. Pero lo crucial de este episodio es si cualquiera de los dos protagonistas, tanto el Barça como el PSG, van a moverse un ápice en sus posibilidades de ganar la próxima Champions por el hecho de contar con Neymar. En realidad el emblema del club catalán, que ahora está ya bien claro que es más que un club, no es Neymar sino Messi. El argentino parece tener mucho mejor amueblada la cabeza, amén de darle mil vueltas como futbolista a Neymar, y jamás ha aceptado ser protagonista de una fotonovela como la que estamos comentando. Es una lástima porque ¿cuánto pagaría un jeque árabe por Messi? O ya que estamos, por un par de Velázquez del Museo del Prado.

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