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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Sa Feixina, a escena el neofalangismo

Anticipándose a PP y Ciudadanos, los neofalangistas han denunciado en la Fiscalía la ristra de imaginarios delitos en los que incurre la izquierda por haber decidido derribar el monolito franquista

Con la mirada prendida en los luceros, haciendo un servicio a la España grande que un lejano día soñó José Antonio (José Antonio Primo de Rivera, marqués de Estella, hijo del dictador entre 1923-29 general Miguel Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española y de las JONS), Jorge Campos, el hombre del Círculo Balear, asiduo a las tertulias de Intereconomía y Canal 4, ha hecho una contundente aparición en escena, se ha convertido en protagonista no sabemos si estelar, pero sí destacado de la cruzada emprendida por quienes han decidido que hay que salvar a toda costa el pedrusco que en sa Feixina recuerda que el general Franco obtuvo la victoria en la Guerra de España. Que formalmente se dedicara a los que perecieron en el crucero Baleares carece de trascendencia. De lo que se trataba era de honrar al caudillo, al hombre providencial llamado a redimir a las Españas de sus males.

Jorge Campos, blandiendo la contundencia que acompaña sus hondas proclamas con las que fustiga al catalanismo separatista, ha acudido al ministerio público para que inicie los trámites que conduzcan a impedir la ignominia que trata de perpetrar la izquierda revanchista, la que no acepta la concordia que encarna el monolito. Qué mejor aliado podían obtener PP, Ciudadanos y Arca, la entidad que prosigue impertérrita su camino a ninguna parte reconocible, la que ha optado por licuar el crédito acumulado a lo largo de años. Jorge Campos, el de las cintas en la muñeca, entre ellas la que luce orgullosa los colores rojo y gualda, solicita el amparo de la Fiscalía, le demanda que active la maquinaria judicial, porque, imbuido por la ira de los justos, su nobleza no puede consentir que se cometa la afrenta, el disparate, de eliminar de la fisonomía de Ciutat un elemento que a todos pertenece, que de todos es patrimonio.

El neofalangismo ha tomado la delantera; el asunto se ha judicializado o está en trance de hacerlo, puesto que la Fiscalía ha iniciado las correspondientes indagaciones. Observaremos si en la vía judicial entran PP y Ciudadanos, quienes, también presos de la inevitable indignación que provoca la tropelía de la izquierda, deciden cabalgar por la senda abierta por el neofalangismo. El juego de las mayorías y minorías parlamentarias, tantas veces invocado por el PP cuando está en posesión de la primera, deja de tener consistencia al ponerse en cuestión aspectos fundamentales; la preservación del pedrusco lo es a todas luces: no hay que consentir su eliminación. No es aceptable que el revanchismo se imponga sobre la racionalidad.

Hay que convenir que la anticipación de Jorge Campos ha cogido a contrapié a la actual minoría conservadora en el Consell de Mallorca y ayuntamiento de Palma. Se le ha adelantado. No ha aguardado a que se tome la decisión definitiva en Cort, que es lo que pretendían PP y Ciudadanos. La dialéctica "primorriverista" no podía permanecer por más tiempo quieta, sin entrar en acción. Es sabido, así nos lo dice la historia, que los falangistas valerosos despreciaban los usos parlamentarios; siempre distaron de alcanzar éxitos apreciables al confrontarse con las urnas.

Qué sucederá con la denuncia del fundador del Círculo Balear. Las indagaciones de la Fiscalía llevarán algún tiempo, no en vano el tropel de delitos que se endosa a las izquierdas, de los que no queda al margen el alcalde Noguera, requieren de un concienzudo y no menos exhaustivo análisis. El momento de gloria de Jorge Campos ha llegado. Es él quien ha abierto el frente judicial. Lo de PP y Ciudadanos ha sido hasta ahora palabras y solo palabras. El, Jorge Campos, ha ido raudo al meollo del asunto, al núcleo del problema: ha hecho lo que correspondía en el momento que se requiere el fuste y temple de los hombres de verdad. Los exhibió al actuar contra el enloquecido Valtonyc. Innegable su sentido del deber. No era sensato aguardar menos de él.

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