Diario de Mallorca

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Marcha atrás

El viaje del rey Felipe VI al Reino Unido, que rememora anteriores viajes regios y culmina toda una secular historia de proximidad entre los dos países europeos, con sus encuentros y desencuentros, ha puesto en cierto modo de manifiesto la brutalidad de la ruptura que los británicos han provocado con el Brexit.

Ahora, cuando el daño es ya irremediable, resulta que los lazos que vinculaban a las islas británicas con el continente eran mucho más estrechos de lo que pensaban los insulares; que cada vez abunda más la tesis de que se ha cometido un inconmensurable error con el divorcio; que unos simples recelos sentimentales y unos grandes caudales de demagogia han conseguido intoxicar a un pueblo adulto, que había dado un gran paso de madurez cuando se incorporó al proyecto común europeo.

Los pueblos no deben volver demasiado la vista atrás, ni mucho menos es recomendable que regresen al punto de partida, movidos por una nostalgia enfermiza. El futuro de Europa no está todavía escrito, pero quienes lo estamos construyendo vivimos una gran ilusión y estamos seguros de que el esfuerzo colectivo nos elevará a cotas cada vez más altas de bienestar y felicidad. Apearse del proyecto es siempre una frustración, que generará mucha amargura en quienes renuncian a la confianza y a la magnanimidad.

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