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Juan Tapia

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Joan Tapia

El marcador indica "ventaja Rajoy"

caba el primer curso de la segunda legislatura Rajoy. ¿Cómo valorarlo? Si fuera una final de tenis, tras un reñido partido el marcador diría "ventaja Rajoy". Si gana el próximo juego podrá acabar la legislatura, quizás con aprobado alto. Si lo pierde, se complicará todo y puede acabar mal.

Tiene otra ventaja. No está en un partido de tenis porque no tiene un contrincante sino dos -Pedro Sánchez y Pablo Iglesias- obligados a hacerse zancadillas. Y Rivera está en fase de precalentamiento.

Simplificando, Rajoy tiene a favor dos saques: una mayoría, aunque cimentada en intereses contradictorios, y la economía. Pero los enemigos tienen tres: la corrupción, la pulsión autoritaria y la mala imagen subsecuente, y Cataluña, la crisis constitucional más grave de la democracia.

Vamos a los activos. Articular una mayoría heterogénea en base al PP, partido de tinte exclusivista; Ciudadanos, que quiere quitarle parte del electorado; el PNV, opuesto al PP y a C´s por la partida de nacimiento, y dos partidos canarios que luchan en el mismo mercado es meritorio. Lo ha logrado con Soraya y el vapuleado Montoro -el ministro que más presupuestos ha hecho- para las cuentas del 2017 y el techo de gasto del 2018. Salvo accidente o imprevisto puede así acabar la legislatura porque si lo necesitara en el 2019 podría prorrogar presupuestos. Claro, una mayoría contradictoria obliga a incoherencias y a decisiones inevitables y de altos costes. Pero más vale vivir con una pierna amputada que morir. Y las necesarias reformas sufrirán, como ya reconoció ante la asamblea del Instituto de la Empresa Familiar.

El segundo saque es la economía. El acreditado servicio de estudios del BBVA acaba de pronosticar que este año creceremos un 3,3%, el más fuerte en un decenio y el tercer año que lo hacemos por encima del 3%. En el 2018 mantendremos un 2,8% y entre los dos años se crearán un millón de empleos. Sí, no es mérito exclusivo de Rajoy porque los vientos de cola (Draghi y el precio del petróleo) han jugado a favor, y el crecimiento no cura las desigualdades ni las injusticias. Pero con un millón de empleos más, el consumo tirará (aunque los salarios sigan contenidos) y, como dice el refrán, las penas con pan son menos.

Pero los enemigos tienen tres balas mortíferas. La corrupción bastante generalizada (no es una manzana podrida en un cesto de sanas) que ha sido letal en Madrid y en Valencia. Y a Rajoy siempre le perseguirá el famoso sms "Luis, sé fuerte". Es un fardo pesado, aunque hay quien sostiene que la factura ya la han pagado (al pasar de 186 a 137 escaños) y parte de su electorado no tiene dudas si debe elegir entre corrupción y riesgo de que Pablo Iglesias sea vicepresidente. De cualquier cosa.

La segunda bala es la pulsión autoritaria y la mala imagen. En parte por los escándalos, el ministro Catalá (¿sólo él?) decidió cesar a la prudente fiscal general Consuelo Madrigal, que quería nombrar al prestigioso fiscal conservador Alejandro Luzón en Anticorrupción, y poner en su lugar a José Manuel Maza, magistrado del Supremo. Y Maza optó por el más acomodaticio Manuel Moix, que tuvo que dimitir tras varios y sonados enfrentamientos con el colectivo de fiscales.

Alejandro Luzón ha acabado siendo el nuevo jefe de Anticorrupción, pero el PP podía haberse ahorrado cantidad de portadas demoledoras manteniendo a Madrigal. ¿Tanta basura hay debajo de la alfombra? Y no es un episodio aislado sino una tendencia crónica que empeora la ya mala imagen del PP. ¿Puede Rajoy encabezar una política efectiva y creíble -no sólo leyes- contra la corrupción?

El último asunto es Cataluña. No se trata sólo de que no se haga un referéndum unilateral e ilegal que ya está convocado, sino de que la situación tras el 1 de octubre no sea todavía peor que la actual. Rajoy cometió graves errores en la oposición y en su primera legislatura. Es cierto que ahora combina la nula iniciativa política (pésimo) con la prudencia y la cautela (positivo). Pero de este asunto volveremos a hablar dentro de poco porque quizás el independentismo esté cometiendo errores peores. ¿Puede implosionar, por las contradicciones internas, antes del 1-O el Gobierno Puigdemont?

Y hay algo que puede pasar factura -no sólo sobre Cataluña- al PP y al PSOE. Es un despropósito que el modelo de relación entre los dos grandes partidos (hoy menos grandes) siga siendo el de máxima tensión iniciado por Aznar contra Felipe González hace ya muchos años. Aunque hay datos de que el encuentro de la semana pasada entre Rajoy y Sánchez, que personalmente se detestan, permite albergar alguna esperanza.

¿A Donald Trump le gusta París?

Tras la visita a Hamburgo para la reunión del G20 de la semana pasada, Donald Trump ha vuelto a París este jueves y viernes para participar en los actos de la fiesta nacional francesa del 14 de julio y reunirse con el presidente Macron. En Hamburgo Donald Trump dejó claro que mientras formalmente se adaptaba a los usos y costumbre del G20, sobre el fondo no renunciaba a ninguna de sus posiciones en cambio climático y proteccionismo.

¿Qué pretende viajando a París, ciudad que es la quintaesencia de la "decadente" Europa sólo ocho días después? Primero, satisfacer su mucha vanidad siendo el huésped oficial del presidente francés el 14 de julio, aunque sea coincidiendo con la entrada de los Estados Unidos en la primera guerra mundial de la mano del nada aislacionista presidente Wilson. El mensaje ideológico se supedita a su desmedido afán por las relaciones públicas. También explorar un mejor entendimiento con Macron, al que puede ver como un posible contrapeso a la Europa de la alemana Merkel, que es indudablemente su pesadilla preferida.

Y Macron pretende hacer corregir a Trump, en la Tour Eiffel y en un restaurante estrellado de la guía Michelin, su crítica de que tras los atentados terroristas "París ya no es París". Las fotos del matrimonio Trump en el Sena pueden alentar el turismo americano que se ha resentido sensiblemente del miedo al terrorismo. También debe pretender influir sobre Trump, lo que sería un éxito político, y realzar -a efectos externos e internos- su papel como estadista mundial. Ser el aliado de Merkel es compatible con intentar tener el mayor peso posible en la UE.

Pero mientras Trump cuida la diplomacia internacional, sus problemas internos no hacen más que aumentar. La admisión por su hijo Donald de haberse entrevistado en junio del año pasado con una abogada próxima al Gobierno ruso que prometía información que podía dañar a Hillary Clinton ha conmocionado a la prensa americana. La hipótesis de una colusión entre el gobierno ruso y la candidatura de Trump -que ya está siendo investigada por un poderoso fiscal especial- va adquiriendo fuerza.

Trump ha quitado importancia a la entrevista de su primogénito, que además estuvo acompañado por su yerno, el marido de la poderosa Ivanka, y su entonces jefe de campaña. Y ha repetido que el intento de involucrarle en una relación ilícita con Rusia es la caza de brujas más fuerte de la historia. Pero el fiscal especial trabaja, los demócratas están al acecho y los republicanos cada vez más preocupados de las excentricidades de su candidato y ahora presidente. ¿Acabará su mandato?

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