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Antonio Papell

Martín Villa: contra el rencor

El grupo parlamentario de Unidos Podemos, en un gesto rencoroso e impertinente, solicitó a la Mesa del Congreso de los Diputados la exclusión del exministro Rodolfo Martín Villa del acto de homenaje a las Cortes Constituyentes celebrado ayer con motivo del 40 aniversario de las elecciones de 1977, lo que hubiera supuesto privarle de la medalla con la que se ha distinguido a los parlamentarios supervivientes que tomaron parte en la Transición. Además, la desabrida petición exigía al Gobierno que permita su detención para ser entregado a la Justicia argentina, que reclamó su extradición por su supuesta implicación en los llamados sucesos de Vitoria de 1976, denegada lógicamente por el Ejecutivo.

El maltrato moral que infligen a Martín Villa los muchachos de Podemos es inaceptable, porque ellos mismos no disfrutarían del actual régimen de libertades si dicho personaje y otros muchos con un bagaje moral irreprochable no se hubieran jugado materialmente la vida en la Transición, ni hubieran entregado sus mejores años a la causa de las libertades de este país, arrancadas con inteligencia y obviando una nueva confrontación que nadie deseaba y que hubiera supuesto "la vuelta de la tortilla" del golpe de Estado franquista.

Rodolfo Martín Villa era en 1975, a la muerte de Franco, un "azul" del régimen: a sus 43 años y falangista desde primera hora, había sido jefe nacional del Sindicato Español Universitario (SEU), procurador en Cortes, gobernador civil de Barcelona en 1974, consejero del reino? en lo que había sido una carrera muy semejante a la de Adolfo Suárez, quien también escaló puestos en la dictadura. Pero ya en el primer gobierno de la monarquía, como ministro de Relaciones Sindicales del presidente Arias Navarro, comenzó a desmantelar el aparato sindical del franquismo para iniciar la apertura, que Suárez explicitaría en julio de 1976. Nombrado ministro de la Gobernación por el nuevo presidente, tuvo que afrontar un inquietante temporal en que campaban por sus respetos las diferentes organizaciones terroristas (ETA, el GRAPO, el FRAP) y elementos más o menos incontrolados de la extrema derecha; permaneció en el cargo hasta 1979, cuando ya estaba en marcha la democratización de las fuerzas de seguridad del Estado, que se aclimataron bien en líneas generales a la nueva legalidad, pese al ambiente golpista que se respiraba todavía en los cuarteles y que no cesó de hecho hasta después del golpe de Estado del 23F de 1981. Entre otras tareas, Martín Villa fue sustituyendo a los gobernadores civiles y altos cargo de la seguridad del Estado del franquismo por personas más proclives al cambio que se estaba instaurando, de forma que su papel fue vital para que pudiera desarrollarse materialmente el proceso constituyente.

Los llamados sucesos de Vitoria, una terrible matanza de trabajadores en huelga en una iglesia del barrio de Zaramaga en la capital alavesa que costó la vida a cinco personas a manos de las fuerzas de seguridad del Estado que dispararon con fuego real contra la multitud -hubo cinco muertes-, tuvieron lugar el 3 de marzo de 1976, cuatro meses después de la muerte de Franco, con Arias Navarro de presidente del Gobierno, Fraga de ministro de la Gobernación (de viaje en el extranjero, con Adolfo Suárez responsable de su cartera) y Martín Villa al frente de Relaciones Sindicales. Aquella matanza no se investigó, lamentablemente, y esta es una herida abierta de la Transición, pero precipitó los movimientos reformadores: poco tiempo después, la oposición democrática, escindida en la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia, se unió en la Platajunta, y el rey lanzó el relevo de Arias y auspició la llegada de Suárez. "Lo de Vitoria" fue una gran tragedia, aunque no la única de aquellos años de plomo, y personificar todo lo detestable de aquella gozosa Transición en Martin Villa, un actor cargado de buena voluntad, es, como mínimo, una gran injusticia. Aquel personaje, hoy anciano, fue clave en la reconciliación entre españoles, en la conducción del Estado hacia la nueva legalidad democrática. Unidos Podemos debería mirar al mañana que al pasado de donde viene y que le permite estar ahí.

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