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Camilo José Cela Conde

Corrupción informativa

Son tantos los episodios de corrupción llegados a los tribunales que amenazan con el olvido por hastío. Los números que saca a la luz el Consejo General del Poder Judicial ponen de manifiesto que a lo largo de 2016 hubo al día casi dos nuevos acusados de prácticas corruptas a los que se abrió proceso. Dos al día inundan la capacidad de sorpresa.

Pero algunos detalles siguen llamando la atención. Así, en uno dentro de las varias decenas de casos sonoros, el que lleva el nombre de Púnica, a un experto en asuntos informáticos se le acusa de haber creado usuarios ficticios en las redes sociales „hasta 250 de ellos„ para lavar la cara y la fama del entonces presidente de la Comunidad de Madrid, I gnacio González. Con esos perfiles a la medida el experto inundaba de tuits y retuits cada noticia negativa hasta lograr que quedase diluida en la marea de comentarios de apoyo.

Como es natural, el problema de fondo de ese manejo corrupto de la información tiene que ver con la manera como se crea y maneja ésta en los tiempos de Internet. El filósofo Noam Chomsky anticipó el conflicto al hablar de la "paradoja de Orwell": la multiplicación de los mensajes puede convertir el conocimiento en imposible haciendo que la verdad desaparezca entre la hojarasca. Cualquier sistema de información que no cuente con filtro alguno elevará el riesgo que se corre de convertir la ignorancia en norma. Y no hay ninguno mejor, de momento, para lograrlo que las redes sociales.

Si inundar Twitter, Facebook o lo que sea de información manipulada es sólo cosa de presupuesto, el origen mismo de los medios clásicos de comunicación „que se sepa lo que sucede„ queda destruido de raíz. Esos medios han contribuido no poco a su declive añadiendo herramientas que pueden ser tergiversadas con facilidad para que a cada noticia le siga, en las ediciones digitales al menos, una multitud de comentarios. Comentarios anónimos o sujetos a un simple alias, sin ningún control o con filtros ingenuos, que pueden depender de una sola mano o de muy pocas. Por ese medio se ataca desde el principio cualquier suceso hasta volverlo del revés; las redes sociales se encargan luego de la multiplicación de los efectos perversos.

El cáncer de la democracia es harto conocido: vale lo mismo cualquier voto, desde el más ponderado y sujeto a la reflexión al más frívolo e ignorante. Con la democratización del flujo informativo los delincuentes como los „presuntos„ de la Púnica tienen su mejor herramienta para manipular cualquier noticia. Decía Churchill que la democracia es el peor sistema que existe, siempre que se dejen de lado todos los demás. Su ironía está a punto de verse convertida en tiránica. Porque por el camino que vamos, las redes sociales convertirán en inútiles todos los demás medios de comunicación.

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