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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Bárcenas, hijo pródigo del PP

El regreso de Bárcenas al redil del PP es una de las escenas más emocionantes de la democracia. Al igual que en una comedia romántica...

El regreso de Bárcenas al redil del PP es una de las escenas más emocionantes de la democracia. Al igual que en una comedia romántica de Hollywood, la separación afectiva no podía durar, los espectadores albergaban la convicción de un reencuentro tórrido entre los amantes. Comparten demasiados intereses para privarse de un feliz desenlace. Tras certificar el triunfo del amor, debe entenderse que el tesorero nombrado por Rajoy ha sido fuerte según le indicó su protector y deudor. Entre los violines que enmarcan el beso final, se cuela la convicción de que el presidente del Gobierno ha cumplido escrupulosamente con su promesa de "hacemos lo que podemos". Podemos con minúscula, claro. Y es mucho lo que se puede desde La Moncloa, cuando se trata de desvirtuar la acción de la justicia. Ahí está el comisario Villarejo, confiándole a Évole que Mariano y Soraya estaban al tanto de la creativa Operación Cataluña.

El PP rescata a su hijo pródigo, a un senador propuesto por Rajoy que encarna los valores de la citada formación. El arrepentido Bárcenas se ha comido íntegra la declaración que efectuó ante el juez Ruz. Por fortuna, quedará para siempre el testimonio del documental B., aunque no deben anotarse en cuenta los exabruptos vertidos por los enamorados durante la ruptura temporal. Si acaso, la vehemencia contra un Rajoy que ayer cobraba en cajas de puros y hoy no vio ni un duro debe entenderse como un síntoma de la adhesión inquebrantable subyacente.

Cuando Cela gana el Nobel, el cubano Cabrera Infante resume que "son tal para cual". También reina una armonía indestructible entre el PP y Bárcenas, pródigo sobre todo en cuanto generoso con sus dirigentes, a quienes cubrió con dinero negro de donaciones en un ejemplo de devoción que ningún tribunal tiene derecho a interferir. Los populares pecaron asimismo de cierta rudeza con su tesorero, al condenarlo al infierno de los enemigos exteriores que se aprovecharon de la formación virginal. No importa, el PP y Bárcenas vuelven a ser una misma cosa. Ambos salen ganando.

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