El rescate no tendrá coste para los ciudadanos." Eso decía un expresidente ejecutivo de Lehman Brothers para España y Portugal. Sí, el primer banco en caer en la crisis que todavía padecemos. Esta frase pronunciada por un banquero cualquiera podría resultar inocua para el sector público. El problema es que quien la pronunció en 2012 no era un banquero cualquiera. Era y es el ministro de economía del Gobierno de España.

Ahora el Banco de España ha reconocido que solo recuperaremos una quinta parte del dinero regalado a las entidades bancarias que nos llevaron al desastre, en un trasvase de dinero público a manos privadas sin parangón. En días de amnistías fiscales inconstitucionales, donaciones supuestamente altruistas de dinero conseguido mediante la explotación laboral e ingeniería fiscal (la ley permite a Amancio Ortega desgravar un tercio de las donaciones aunque sean a su propia fundación, así que podría recuperar 120 millones de los donados) e imputaciones a personas que persiguen la corrupción en Madrid como Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer, pretenden que asumamos la no recuperación del dinero que pagamos cada día con nuestro esfuerzo.

Ya sabíamos de la omnipotencia de los bancos: en 2015 el Banco Central Europeo prestaba dinero a las entidades bancarias a un interés del 0,05%, mientras la banca privada lo concedía a los estados a un 5% (lo había llegado a hacer a un 15%). Así, esa banca privada financiaba (y financia) la misma deuda que el estado contrae con ellos. Esto nos lleva a incurrir en déficit fiscal y generar deuda con los bancos, no solo económica, sino lo que es peor, también política. En política no hay espacios vacíos y cada euro debido o perdonado a las entidades bancarias significa más poder para éstas últimas. De esta manera, el sector bancario tiene el control y los estados legislan para que siga siendo así. Ahora, para culminar este proceso de círculo vicioso, de robo a mano armada sigiloso pero continuado, sabemos que la banca rescatada con dinero público no devolverá más de 60.000 millones de euros a toda la ciudadanía. Solo hace falta comparar el silencio ejercido profusamente por el Gobierno de España comparado con el grito en todos los cielos posibles de los 134.000 euros al día de sanción que suponía la no liberalización de la estiba, para darse cuenta del trasfondo ideológico de este contraste. Algunos han intentado que más de 60.000 millones de euros "no suenen a nada" mientras generaban odio hacia un sector digno por no querer venderse hace unas semanas. Lo primero es una losa imperdonable para un Gobierno de España y una Unión Europea al servicio de las élites económicas, lo segundo ha sido una operación burda y barata de enfrentar a las mayorías sociales entre sí. Para llevar a cabo esta maniobra han utilizado la doctrina del shock, y en medio de tanta precariedad laboral, tanta corrupción y tanto abuso, han intentado que 60.000 millones de euros se quedaran en nada.

El silencio profundo y atronador que no se corresponde en absoluto con la gravedad de los hechos contrasta, y mucho, con la aparición en medios como TVE, día sí y día también, hace unas semanas, de la sanción europea de 134.000 euros diarios por la no liberalización de la estiba. El ministro de la Serna y la manipulada TVE utilizaban como argumento fundamental el pago de esa multa para recortar derechos laborales, salarios y dejar vía libre a los grandes acumuladores por desposesión, al único sector no liberalizado de nuestro Estado. Bueno, pues ¿saben cuánto tiempo haría falta para llegar a pagar con esa multa los aproximadamente 75.000 millones de euros que se regalaron a la banca? Se tardarían 1533 años. Pagaríamos esa cantidad en el siglo XXXVI. ¿Ven la doble vara de medir?

Según los neoliberales algunos tienen derecho a tener más dinero que el PIB de un país entero porque asumen el riesgo de perder el dinero que han apostado. Sin embargo, como decía Joseph Stiglitz (premio Nóbel de economía) en 2009 sobre los bancos "demasiado grandes para quebrar": "Si apuestan y ganan, se retiran con las ganancias; si fracasan, los contribuyentes pagan la cuenta". Lo que sucede, seguramente, es que no hay bancos demasiado grandes para quebrar, sino para existir.

Nos han robado 60.000 millones de euros en nuestra cara. Ahora. No en el futuro: ahora. Y el silencio al respecto ha sido atronador.

*Diputado de Podem Illes Balears en el Parlament