Diario de Mallorca

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Ciegos, sordos, mudos...

El paso por el tribunal del caso Bárcenas de ilustres ministros de la era Aznar -Arenas, Acebes, Álvarez Cascos, Rato, Mayor Oreja?- para dar testimonio de que no habían visto, oído ni dicho nada de la financiación ilegal del partido, de que Bárcenas era un señor que pasaba por allí y de que el verdadero y pérfido responsable de todo era un tal Lapuerta, que padece demencia senil, recuerda inevitablemente los tres monos sabios de la mitología japonesa -Mizaru, Kikazaru, Iwazaru- representados en una escultura de madera de Hidari Jingor? del siglo XVII, situada sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu, construido en honor de Tokugawa Ieyasu, en Nikko, al norte de Tokio. Una de las interpretaciones más extendidas de aquella escena ambigua era el conformismo del pueblo, dispuesto a pasar por alto todos los abusos: es, sin duda, la más adecuada a nuestro caso. Hemos tenido en definitiva que escuchar que mientras se esquilmaban las arcas públicas, mientras los responsables de las finanzas del PP acumulaban incalculables fortunas en paraísos fiscales, mientras se recibían y se repartían sobres con dinero negro a mansalva, las personas que tenían en sus manos el Estado no se enteraron de nada, no se contaminaron en absoluto, no imaginaron siquiera que aquellas cosas podían estar pasando. Y después nos quejamos de la emergencia imparable del populismo, del desinterés general por la política, de la irritación sistémica de los electores y de la baja participación electoral.

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