Tal cual, como lo lees. Da igual que seas peatón, ciclista, motorista o vayas en coche: tu familia, tu trabajo, tus amigos, tus sueños y proyectos, todo lo que has conseguido con esfuerzo, sudor y lágrimas... Hoy tu vida y la de todos los que te rodean se paga en el mercado a precio de saldo: ocho meses de cárcel por alma sesgada.

Todos tenemos en mente el reciente homicidio (sí, has leído bien) de tres ciclistas valencianos a manos de una conductora que volvía de fiesta borracha y drogada. Tres deportistas que se suman a la incontable sangría de compañeros que están siendo asesinados en nuestras carreteras todos los fines de semana, más de 400 en los últimos 10 años, a una escalofriante media de 3,3 al mes.

Sin ir más lejos, sólo este fin de semana cinco (!!) ciclistas han perdido la vida en la carretera, uno de ellos a manos de otro conductor drogado en la mismísima carretera valenciana que, a más inri, se dio a la fuga.

Para que te hagas una idea de la magnitud de la tragedia, la media de mujeres víctimas de violencia de género en los últimos cinco años es de 4,8 al mes (sólo 1,5 puntos por encima), y nadie duda de que estamos ante un problema de primer orden en nuestro país. Entonces, ¿por qué la muerte de ciclistas no tiene la misma repercusión ni el Estado adopta las mismas medidas para ponerle freno?

La semana pasada conocimos que el conductor que, también borracho y drogado, arrancó de cuajo la vida a dos ciclistas en Campillo en el año 2013 ha sido condenado tan sólo a dos años y medio de cárcel por un delito de "imprudencia grave y contra la seguridad del tráfico" (sic). Y hace algunos meses también supimos que la conductora, drogada y sin carnet, que en abril de 2016 mató en Andratx a un motorista y dos ocupantes de un coche, fue condenada a tan sólo cuatro años de cárcel.

Si tenemos presente que, a poco que ambos se porten bien en la cárcel, antes de cumplir la mitad de la condena podrán acceder al tercer grado penitenciario, las cuentas son muy claras: 15 meses de cárcel entre dos muertos en el primer caso (a 7 meses y medio de cárcel por ciclista arrollado), o 24 meses por tres muertos en el segundo (a 8 meses por cabeza). Conclusión, si te llevas uno más por delante te hacemos un 3x2 de descuento y sólo te cobramos quince días más de cárcel por el tercer cadáver.

Con todo, eso no es lo peor, porque el primer peatón, ciclista, motorista o pasajero que te lleves por delante estando borracho y drogado es gratis, a ese invita la casa, ya que como la condena será inferior a dos años ni tan siquiera tendrás que pisar la cárcel. Es triste y cruel, pero matar en este país sale baratísimo.

Hace mucho tiempo que los coches y los camiones dejaron de ser simples medios de locomoción y se convirtieron en potenciales armas de matar. Y una persona que borracha y/o drogada coge un coche no es un imprudente, es un HO-MI-CI-DA en potencia que sabe perfectamente lo que hace y a lo que se expone, y como tal debe ser castigado si acaba matando, con penas de prisión que van de los diez a los quince años por víctima (art. 138.1 del Código Penal).

Basta ya de falacias: no estamos ante simples "accidentes de tráfico", "imprudencias al volante" o "delitos contra la seguridad vial". ¿Qué diferencia a quien, borracho y drogado, coge una pistola o un cuchillo y mata a alguien del que consigue el mismo resultado, pero utilizando para ello un coche? ¿Por qué razón el primero es un homicida y el segundo un mero conductor imprudente?

Bienvenidas las campañas de concienciación, los controles de alcohol y drogas y las retiradas de puntos del carnet. Y contrariamente a los que solicitan un endurecimiento de las penas yo digo que no, que las penas ya están ahí, que lo único que hace falta es aplicarlas. Porque lo que los señores jueces y fiscales deben empezar a hacer de una vez por todas es tratar a los conductores borrachos y drogados como lo que son, auténticos homicidas, y no como simples imprudentes al volante.

A lo mejor el día que empecemos a llamar a las cosas por su nombre algo cambia en nuestro país. Hasta entonces, si bebes y te drogas no conduzcas y, por favor, si ves que voy en bici respeta siempre mi metro y medio. Me va la vida a mí y a todos los que comparten la carretera contigo.