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Joaquín Rábago

¡Aprende de él, Pedro Sánchez!

Todos, incluida la primera ministra británica al convocar por puro tactismo político elecciones anticipadas, le auguraban una más que sonora derrota.

Muchos dentro de su propio trataron de hacerle la vida imposible, llegando a organizar incluso rebeliones internas, porque demostró no comulgar con la otrora exitosa Tercera Vía de Tony Blair.

Y, sin embargo, el líder del Partido Laborista británico ha demostrado a su país y al mundo que se equivocaron quienes anunciaron premturamente su muerte política.

Jeremy Corbyn, un político chapado a la antigua, con aire de profesor distraído, ha dado toda una lección a la alicaída izquierda europea.

Tras el batacazo y la desbandada de los socialistas franceses, que traicionaron sus ideales sometiéndose al pensamiento único imperante, la remontada de Corbyn en las elecciones generales británicas es una buena noticia para la izquierda.

Aunque no haya ganado las elecciones, con su varapalo al partido tory de Theresa May, Corbyn ha demostrado que se puede seducir al electorado con un mensaje claro, dominado por ideales que el pensamiento dominante considera obsoletos como son la solidaridad y la justicia social.

A lo largo de la campaña, Corbyn fue objeto de toda suerte de descalificaciones por parte de los medios tanto de su propio país como del nuestro, que le tacharon de antiguo y soñador cuando no despectivamente de pacifista y aun bolivariano.

Y es significativo que, como ocurrió en Estados Unidos con Bernie Sanders, sean precisamente personas que hace tiempo que dejaron atrás su juventud los que atraen al electorado más joven, el que tiene toda la vida por delante.

Ocurrió ya con aquel anciano ex diplomático francés llamado Stéphane Hessel, que con su librito "Indignaos", se convirtió en ídolo de los entonces alegres muchachos de Podemos y otros movimientos populares.

Corbyn ha demostrado además que con un programa serio y coherente, por radical que pueda parecer a los timoratos y sumisos de hoy, puede seducirse al electorado y hacer que acudan mayoritariamente a votar los más jóvenes.

Un programa como el laborista que prometía la gratuidad de la enseñanza, reforzar los derechos laborales, revertir los recortes a los programas sociales y renacionalizar el sector energético, los ferrocarriles, correos y otros servicios públicos.

Un programa justamente en las antípodas de lo que dicta hoy el pensamiento único. ¡Aprende, Pedro Sánchez!

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