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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

A la mezquita con el Ayuntamiento

El Ayuntamiento de Palma, su concejalía de Igualdad, Juventud y Derechos Cívicos en manos de Podemos, ha organizado un ciclo sobre religiones con el propósito de "gestionar la diversidad de manera inclusiva con la creación de espacios de diálogo y encuentro intercultural, que promueva una convivencia positiva, libre de rumores y prejuicios". Comienza por el Islam, con una conferencia de un imán sobre el Ramadán, una degustación de platos típicos del momento en que los musulmanes rompen el ayuno y una visita guiada a la mezquita de Pere Garau. La siguiente actividad versará sobre los sijs. La cosa pinta más interreligiosa que intercultural, pero claro, lo primero suena a invitación del Papa Francisco a unos ejercicios espirituales y lo segundo al catecismo progresista. Me parece como mínimo llamativo que un consistorio de izquierdas, que hace gala de su laicidad cuando la ocasión y el calendario católico lo requieren, se dedique después a montar tours por las demás creencias. No me atrevo a decir que por todas, pues no sé si incluirán en su hoja de ruta a los testigos de Jehová, a los judíos, a los budistas o a los evangélicos. Si la religión ha de quedar en la esfera privada, el consistorio debería hacer el esfuerzo de presentarnos a nuestros vecinos de orígenes distintos al margen de sus credos, en lo posible. Eso sí representaría una novedad. Visto el programa, los musulmanes son única y exclusivamente su religión. Y en ese caso no sé qué pinta ahí la concejalía de Igualdad, patrocinando la explicación de que los hombres rezan delante y las mujeres atrás por los motivos de sobra conocidos.

El laicismo es una tarea ardua, para gente responsable, y que no debería tomarse a la ligera. Que los lugares y actos institucionales queden libres de simbolismos eclesiásticos cuesta un gran trabajo. O al menos debería, pues son gestos que atañen a ideas que muchos respetan. En Palma se retiran los crucifijos, se cierran los balcones principales en las celebraciones y se quita la misa del programa de fiestas del patrón con celeridad y sin importar la reacción de los creyentes, que tendrán que acostumbrarse a practicar la religión en su ámbito personal y familiar. Vale, pero no se ha limpiado el salón de plenos y la agenda del alcalde de citas y alegorías del catolicismo mayoritario para que los hindús cuelguen allí sus banderas, los musulmanes las suyas y los ortodoxos lo mismo. Los credos se estudian en las universidades y se practican en los templos. Cuando el Ayuntamiento invita a un imán a dar una charla sobre su religión y organiza una visita a la mezquita, en realidad está dando un púlpito a un cura y montando un recorrido por una iglesia. Dado que la actividad está organizada por el área de Derechos Cívicos, tal vez se trate de confirmar que, efectivamente, hay creencias que los conculcan casi todos.

Que a Podemos no se le acaba de dar bien el laicismo lo ha demostrado hace unos días el alcalde de Cádiz, José María González Kichi, que ha concedido la medalla de oro de la ciudad a la Virgen del Rosario votando a favor junto al PP, PSOE y Ciudadanos. En un momento dado, entiendo al pobre Kichi, que no ha tenido el cuajo de hacerle un feo a la iniciativa popular multitudinaria que solicitaba la medalla para la patrona en el 150 aniversario de su nombramiento como tal, aunque no creo que nadie le votara para semejante revolución. Espero que no cunda el ejemplo, pues en Palma se puede acabar condecorando a cualquier deidad que se considere lo suficientemente alternativa.

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