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Matías Vallés

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Patrascu, un año de silencio

Se cumple el primer aniversario del asesinato en Pollença de Lucia Patrascu a manos de su marido, un par de horas después de que...

Se cumple el primer aniversario del asesinato en Pollença de Lucia Patrascu a manos de su marido, un par de horas después de que esta mujer rumana abandonara el cuartel de la Guardia Civil donde no recibió respuesta alguna a sus inquietudes. Las autoridades no le han dedicado un minuto de silencio, sino un año de silencio, y suspiran para que el manto de oscurantismo se prolongue durante un siglo. Ante la dudosa actuación de los funcionarios hacia la mujer a punto de ser asesinada, por no hablar de la desaparición de miles de euros bajo custodia policial, los representantes de Gobierno y Govern multiplicaron sus proclamas de caiga quien caiga, llegar hasta donde haga falta y no nos temblará el pulso. No faltó ninguna de las payasadas oratorias a que recurre el poder para burlarse de los ciudadanos.

Un año después del asesinato de Patrascu, aquí no ha caído nadie, no se ha llegado a ninguna parte y sorprende el pulso tembloroso de la presidenta del Govern y la delegada del Gobierno, dos mujeres que no sobresalen precisamente por su debilidad discursiva. El ejecutivo balear se persona contra el asesino, pero no contra los guardias civiles investigados por el trato brindado a la asesinada. Su actuación solo es superada en ineptitud por el Institut de la Dona, que no ha extraído ni la mínima explicación sobre la intervención de la Guardia Civil, tal vez porque está muy ocupado rastreando deslices en Twitter.

Las víctimas de la violencia machista solo interesan al Govern y al Gobierno como un mecanismo para obtener votos, y para despistar acusaciones de incompetencia. El silencio cómplice de la instituciones ha convertido el asesinato de Patrascu en un símbolo. Incluso se han producido rebeliones solapadas de funcionarios armados, que ahora inundan los juzgados de denuncias al margen de su verosimilitud. Este artículo debería servir al menos para que todos los implicados monten otro minuto de silencio, que preceda al segundo año de mudez sobre lo ocurrido en un cuartel justo antes del asesinato de Lucia Patrascu.

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