Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

El juego de las apariencias

Lo que más me sorprendió al desvelarse la estafa organizada por los padres de Nadia Nerea en torno a la Tricotiodistrofia que padecía la niña, no fue la propia dimensión de la estafa, ni los antecedentes delictivos y penales de Fernando Blanco en Eivissa, Maó, Biniali, ni los engaños a cuantos con él se relacionaron dejando tras de sí un rastro de tierra quemada entre empresas y gentes burladas, un caso extraordinario de personalidad proteica consagrada al mal, fue el escenario del montaje en la sala de estar de su piso en Cataluña que ofreció una televisión. En una secuencia se podía divisar en una de las paredes una reproducción a pequeña escala del Guernika de Picasso. ¿Qué tendría que ver la simbología del Guernika con un estafador, un mentiroso compulsivo, un delincuente? Se me ocurren dos explicaciones. La primera, la más tranquilizadora, es que el escenario se corresponde con la personalidad manipuladora, la sobresaliente perspicacia maligna del estafador. Se trataba de presentar una imagen que generara empatía y solidaridad entre los televidentes: dinero, cientos de miles de euros. El Guernika contribuía a completar el atrezo, la apariencia de realidad incontestable y segura, de gente de fiar. La segunda, más difícil de digerir, más inquietante, es que, siendo cierto todo el resto de la farsa, el Guernika como significante formara parte del sustrato ideológico-cultural de Fernando Blanco, de una conciencia esquizoide.

? Hay personalidades planas, unidimensionales, como Luis Roldán, Ignacio González, Francisco Granados, Jaume Matas, Maria Antònia Munar; son pícaros, corruptos sin tormento, sin lugar a demasiadas dudas. Pero, un Urralburu, un Fernández Villa, un Pujol, con un historial de compromiso con unas ideas que suponían riesgos personales indudables, ¿no apuntan a personalidades más complejas?, ¿a que el mal es el fruto de un proceso mediante el cual se va imponiendo al bien?, ¿en el que lo que se muestra deja de ser un reflejo de lo que hay dentro para convertirse en una apariencia para ocultarlo? Que la mayoría de las religiones contemplen la lucha del mal contra el bien que se libra en el corazón del hombre como la realidad del mundo es, quizá, la constatación más clara de que el conflicto es generalizado. Pero quizá conviven, soportándose el uno al otro. De cómo cada individuo se desenvuelva en esa batalla dependerá de su carácter. Y el carácter de uno es inalterable. El que miente, un Fernando Blanco, miente incluso cuando dice la verdad, en esa paradoja lingüística similar a la del famoso cretense que proclamaba que todos los cretenses mentían. Franz Kafka escribía a su novia Felice, en defensa propia, que "a las personas hay que tomarlas como son o dejarlas como son. Es imposible modificarlas, a lo sumo se las puede molestar en su modo de ser, eso es todo".

Después de su fulgurante victoria en las primarias del PSOE, Pedro Sánchez se ha apresurado a decir que no tenía deseos de venganza y, aunque le desmintió su principal seguidora, Adriana Lastra, que inmediatamente interpeló a los dirigentes regionales que tramaron el sangriento comité federal del uno de octubre instándoles a pedir perdón, ha hecho explícita su voluntad de que se mantenga la estabilidad de los gobiernos regionales. Identificando el voto contra la abstención con el voto a su persona, se ha apresurado a exigir que la composición de las delegaciones al congreso federal se acomode al resultado de las primarias. Las especulaciones sobre el rumbo que vaya a seguir a partir de ahora el PSOE y sus repercusiones en el funcionamiento de las instituciones ya se han disparado. Pedro de Silva, en estas mismas páginas, apunta a que tal vez el resultado de las primarias sea sólo el final de un PSOE nacido hace cuatro décadas, acomodado al principio de la realidad. Si fuera así, o bien se volvería a un PSOE convulso, como el que incendió la Segunda República, o se entrará en un terreno ignoto. Los ejemplos de Holanda, Reino Unido, Francia y quizá Alemania, revelan que ese terreno ignoto puede significar, bien una lenta decadencia, bien la práctica desaparición.

? No ha nacido un nuevo Sánchez. Es el mismo, cuyo lenguaje corporal desmiente al verbal; sin frenos, Dios nos ampare. Nadie cambia, ni siquiera un podemita como el risueño Jarabo que, ha pasado de realquilar su domicilio como apartamento turístico sin declarar su ingreso a Hacienda, a dirigir en el Parlament la cruzada contra los alquileres ilegales, ¡con dos bemoles y el apoyo de Camargo! Y aunque las proclamas de unos y otros son la integración y la unidad, nada hace suponer que las inquinas personales y las profundas divisiones en política de alianzas y en la concepción territorial del Estado vayan a desaparecer. Las apariencias acostumbran a engañar. Antes de 2014, Sánchez, del grupo de asesores del inefable José Blanco, mano derecha de Zapatero, aparecía en las tertulias televisivas atildadísimo, en impoluto traje azul e imprescindible corbata, mostrando las maneras exquisitas y convicciones moderadas de un partido de notables (votante sin rechistar del cambio del artículo 135 de la Constitución), que contraponía con las maneras y convicciones de los indignados emergentes que capitalizaban en los medios el 15M. Verle la noche de las primarias, escoltado por sus fieles a la manera Iglesias, camisa arremangada, puño en alto, cantando a capela La Internacional, con su mujer, extática, fue toda una apariencia.

Compartir el artículo

stats