Me gustan los toros. Pero si no me gustaran, creo que opinaría de forma idéntica respecto a la boutade que los cuatro políticos del Pacte han parido para intentar crear una nueva ley que sin prohibir los toros los haga de facto inviables en nuestra comunidad balear.

Presionados los partidos del Pacte por grupúsculos antitaurinos, que no llenarían entre todos ni un solo tendido de una plaza de toros de tercera, resulta que les han abierto las puertas del Parlament balear de par en par, para que campe a sus anchas la caprichosa voluntad de esta minoría ciudadana, e impongan al resto de la sociedad, comulguen o no con sus ideas, sus gustos, sus obsesiones, su moral y moralina y demás manías persecutorias, en forma de prohibiciones y regulaciones, sobre las corridas de toros. Una retahíla en forma de rosario sacrílego taurino, como la presentada a los medios de comunicación para ser sometida en el Parlament como propuesta de ley, no tiene cogida por ningún sitio. Y los ciudadanos, nos gusten o no los toros, nos preguntamos, si en los demás temas que tratan estos señores políticos actúan con tanta incompetencia y desconocimiento como han demostrado en este caso. ¿Se les puede confiar la gestión de toda una comunidad?

Aparte la desconfianza que generan, incluso ante sus propios votantes, ¿no resulta curiosamente llamativo que por procedimientos en principio democráticos, pueda llegar un colectivo minoritario a imponer su voluntad, gustos y disgustos al resto de los ciudadanos? ¿Qué pasa con la voluntad de esas personas que son una clara mayoría, cuyos gustos aficiones y voluntades son confiscados por una descarada minoría? Algunos políticos, que afortunadamente, no están ya en la escena política, se creyeron que Mallorca era suya. ¿Acaso hay gente en ese gobierno del Pacte que se cree que tiene la potestad, mediante actuaciones que encajan aparentemente dentro de nuestro sistema democrático, no ya de hacerse suya la isla, sino de imponer gustos, tendencias o aficiones a los ciudadanos, en detrimento de otros? Siempre en detrimento de otros. O del bolsillo o de las libertades. Como en el caso que nos ocupa.

Porque la corrupción, tan humana ella, tiene muchos ámbitos de aplicación y objetivos a cubrir, unos serán materiales, como vemos a diario en los medios, y otros pueden tomar otras formas o responder a los más variados intereses, ya sean personales, colectivos o de partido.

El toro del Pacte no tiene ningún recorrido y será mandado a los corrales, eso suponiendo que llegue a salir al ruedo, para más ridículo, si cabe, de sus creadores. Esos cuatro señores del Pacte, de cuyos nombres no merece la pena acordarse, que han tenido la osadía de profanar la fiesta, saltándose a la torera el mínimo atisbo de seriedad parlamentaria, deberían dimitir por haberse prestado a una actuación no solo anticonstitucional a todas luces, sino claramente antidemocrática, al favorecer conscientemente voluntades clientelistas de una minoría en detrimento de la mayoría de ciudadanos, que lo que verdaderamente desea es vivir y dejar vivir, que no desea imposiciones ni prohibiciones que coarten libertades -amparadas por la Constitución y leyes específicas para el caso que nos ocupa-, y mucho menos ser manipulada por unas minorías que pretenden la imposición de sus gustos, doctrinas, filias y fobias.

*Presidente Grupo Gastrotaurino de Mallorca