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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Aproximaciones al populismo

No pocos consideran al populismo que desborda, con mejores o peores argumentos, el mundo de la política como una posverdad. Concepto novedoso que describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar la opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, es decir, que "algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad ". Dicho lo cual, me curo en salud al titular estas líneas como "aproximaciones", simplemente porque el concepto "populismo" usado por tirios y troyanos para defender su verdad adquiere mil formas en un mundo, en una sociedad, cambiante, diversa, licuosa, donde rigen nuevas cualidades políticas. Algunos pretenden diluir las políticas clásicas, izquierda/derecha con sus equivalentes viejos partidos, en otras novedosas con fuertes y significativos liderazgos y con soluciones radicales (claras y simples) dirigidas a amplios segmentos miedosos y desconcertados ante la incapacidad de las medidas convencionales de dar respuesta a los nuevos retos del s. XXI.

La realidad es que la política clásica es rechazada desde EEUU (victoria de Trump) hasta el Reino Unido (Brexit), pasando por la existencia relevantes de partidos antieuropeístas en el seno de la UE que regresan a los valores patrios y que rechazan sin complejos la diversidad (étnica, cultura, étnica). La neoderecha dura y pura se extiende a espacios territoriales y políticos hasta hace escasos años ocupados por la izquierda (especialmente la socialdemocracia), y rompe mitos tan sólidos como el republicanismo en Francia. Su populismo es claro y basado en miedos e inseguridades de los que la crisis de los refugiados es la espoleta: invasión masiva, potenciales terroristas, ocupan nuestros trabajos y colapsan los servicios sociales.

Mientras la derecha clásica es superada en Francia, Holanda, Polonia, países nórdicos, Hungría, Bulgaria€, en España la inmensa mayoría de la derecha social (incluida la más conservadora y la más centrista) está ubicada en el PP, y últimamente también en Ciudadanos. Ello no implica que tal ultraderecha no tenga presencia (con diversa intensidad) en diversos medios de comunicación (Intereconomía, 13TV, la Razón, radio EsRadio€) y también su influencia en el seno del PP y en múltiples propuestas y leyes aprobadas en el Parlamento, especialmente cuando los populares tenían mayoría absoluta. La explicación de la inexistencia en España de partidos políticos de extrema derecha en nuestras diversas instituciones es compleja y, en consecuencia, dejo en el tintero un análisis más detallado.

En el otro ámbito de la baraja política están ubicados múltiples movimientos y organizaciones a la izquierda de los socialistas o calificadas de antisistema (con distintas modulaciones). En España, Grecia, Portugal, Italia y ahora en Francia (Melénchon) compiten con mejor o menor éxito en la arena electoral. En nuestro país, PODEMOS, desde sus buenos e inesperados resultados en las Elecciones Europeas, es una realidad política incuestionable. Nace desde la izquierda extraña al PSOE, en parte derivada de los movimientos del 15M. Su estrategia pasa en primera instancia por ser la fuerza política hegemónica de la izquierda española. Sus tácticas expresan un dominio de instrumentos de comunicación, así como de nuevas categorías políticas (arriba/abajo, transversal, casta, trama€) y de técnicas interrelacionadas con la "posverdad" (más allá de la verdad clásica). Con eso, crean y modelan con relativo éxito una parte de la opinión pública transversal.

En cualquier caso, no todas estas manifestaciones son propias de un populismo "posverdadero". El 15M fue expresión popular, también determinadas actuaciones de las PAH (plataforma antidesahucios), así como ciertas manifestaciones contra la "ley mordaza" (que pretende poner "orden y concierto" a la expresión pública). Este populismo, a pesar de los riesgos, un día propone una moción de censura, otro día saca su tramabús, pretende usar el "lenguaje callejero" en el Congreso€ Uno de tales riesgos es convertir la acción política en un espectáculo, en un gran circo. De momento vencen batallas, pero el resultado final de la guerra está abierto. Depende en gran parte de la voluntad y capacidad de los socialistas de recuperar su crédito y confianza en base a plantear propuestas autónomas, claras y coherentes a los nuevos retos del S.XXI.

No a un populismo ilustrado (o sin ilustrar); sí a un populismo democrático: gobernar para el pueblo, pero con la participación del pueblo más allá del voto cada cuatro años.

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