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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Quiero ser de Santanyí

Rosa Estarás fue la primera gobernante que avaló la construcción del duplicado de un pueblo mallorquín, junto a su Valldemossa natal. Cuando se le advertía del disparate, replicaba que solo tenían derecho a opinar los habitantes de dicho municipio. Hoy es eurodiputada, con un sueldo público que ningún habitante de su villa puede soñar. Y desde ayer, Santanyí exige una tarjeta de residencia para acceder en coche a cala s'Almonia y es Caló des Moro. Mediante este cantonalismo, se divide el mundo entre residentes en Santanyí y turistas, denominación que alcanza al resto de mallorquines.

Me instalo en la confusión, porque pensaba erróneamente que siendo mallorquín también era de Santanyí, y ahora no sé si siendo de Santanyí se es mallorquín. Jamás se me ocurriría prohibir a los residentes de dicho municipio que accedan con sus vehículos a Palma en los días y zonas de colapso, porque ni siquiera me siento palmesano. Mi propuesta es más simple, quiero ser de Santanyí y de todos los pueblos que imponen restricciones. En la próspera democracia, se nos indica a los mallorquines dónde no podemos ir, para favorecer a turistas o a empresas de coches de alquiler que pagan menos que nosotros y que encima contribuyen en otros países, pero que entregan el dinero a las manos adecuadas.

El blindaje de Santanyí a los mallorquines y demás extranjeros se complica, al observar que su alcalde pertenece a un partido que apoya gigantescos proyectos hoteleros y urbanísticos en los alrededores, por no hablar de autopistas hacia su zona de influencia. Debería explicar cómo se conciliará esta saturación con la protección de la intimidad de sus ciudadanos, salvo que piense que van a construirse carreteras a millones de euros el kilómetro para solaz de sus once mil habitantes actuales. Y ya pueden sumarme, porque pienso nacionalizarme en un municipio que no propone una independencia fratricida, sino que expone la autodestrucción de la isla. A los mallorquines se nos trata como a turistas que se han quedado demasiado tiempo.

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