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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Deterioro

Me pregunto qué ocurre las semanas antes de que te mate tu propio perro, que es lo que empieza a suceder, si no a diario, sí con una frecuencia inquietante. Ya saben: esas personas que crían razas peligrosas y que un día aparecen medio devoradas en el salón de su vivienda. ¿Dónde se torció la relación? ¿Hubo un lunes en el que el perro se sentó en la parte del sofá de su amo y le enseñó los dientes cuando éste intentó desalojarlo? El perro, por lo visto, piensa que forma parte de una manada (la familia que lo ha acogido) en la que conviene escalar puestos hasta alcanzar la jefatura. Por eso hay que recordarle todos los días que es el último mono de ese grupo. En todo caso, hay perros a los que les sueltas un bufido y se marchan con el rabo entre las piernas a su cojín, y perros que te plantan cara. Muchas veces, por no discutir, eres tú el que se marcha a cojín del animal.

Mal asunto. Lo digo por experiencia, pues he tenido mascotas que me sacaban de paseo, en vez de sacarlas yo a ellas. Hay un instante, en esa lucha de poder, en el que el perro y tú os miráis a los ojos y percibís lo extraño de la alianza que os mantiene unidos. Llega un momento, en fin, en el que aparece una sensación de otredad. No suele ocurrir con las razas muy domesticadas, pero sí con estos especímenes que un jueves, por un quítame allá esas pajas, se lanzan a la yugular de su dueño y acaban con él antes de que le dé una orden en inglés. Los perros obedecen las órdenes en inglés porque es un idioma de pocas sílabas. Con el español, que tiene palabras quilométricas, del tipo de otorrinolaringólogo, no se aclaran y hacen lo que les viene en gana.

Pero volvemos a la pregunta del principio: ¿Qué ocurre, en los días previos al crimen, entre el amo y el animal? ¿Han discutido por el sitio desde el que ver la tele? ¿Se han peleado por una alita de pollo? ¿Ha detectado la mascota, al olfatear las prendas de su benefactor, que tiene relaciones con otros canes? ¿O se trata, por el contrario, de un proceso de deterioro en el que no es posible hallar un hecho fundacional? Nos inclinamos por esto último: por un deterioro progresivo de la convivencia que, en el fondo, resulta más humano que animal. A lo mejor, los perros asesinos se parecen más a nosotros que los pobres caniches.

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