La derrota de la República trajo consigo una brutal represión del sindicalismo de clase. Las organizaciones sindicales fueron disueltas, se incautaron sus locales, fueron perseguidos sus militantes y la huelga pasó a considerarse delito de sedición. En 1940 se creó el C.N.S (Centro Nacional Sindicalista) sobre la base de la represión. Una vez decretada la "abolición de la lucha de clases", el Estado Fascista reguló a su conveniencia el mercado de trabajo y las relaciones laborales.

El papel del sindicalismo, y en especial, de CCOO, fue decisivo para conquistar las libertades. En todo el país, también en Balears, las movilizaciones, huelgas y paros fueron una constante, fue una lucha de miles de trabajadores que pagaron con detenciones, cárcel y despidos. Por eso es injusto y falso afirmar que la democracia vino dada por conspiraciones de " salón" y el papel de la monarquía.

Las Centrales Sindicales de clase se legalizaron en 1977, después de los partidos políticos. Fue una legalización sorda e interesada, pues previamente las fuerzas del régimen y otros agentes, hicieron todo lo posible por dividir a los trabajadores y "abortar" el proceso sindicalista constituyente en aras de la propuesta unitaria que propugnaba CCOO Desgraciadamente, no fue posible la unidad sindical que proponíamos. Pero pese a la estrategia de dividir a los trabajadores enfrentando a sus sindicatos, la unidad sindical se recompuso circunstancialmente con la formación de la C.O.S. (Coordinadora de Organizaciones Sindicales), que fue quien convocó la jornada de huelga general del 12 de noviembre de ese mismo año. En Balears, esta huelga se saldó con detenciones, multas y encarcelamiento de muchos sindicalistas; yo mismo fui detenido el 10 de noviembre como "presunto" organizador.

Las continuas movilizaciones de los trabajadores, sobre todo en los últimos años de la dictadura, fueron un factor determinante para abrir el período de transición de la dictadura a la democracia, pero la débil correlación de fuerzas que vivimos en aquel período no hizo posible una ruptura neta con el pasado.

Celebramos ahora los 40 años de legalización de los sindicatos, en concreto CCOO lo fue el 27 de abril de 1977.Esta legalización resultó obligada, pues no puede concebirse la democracia sin la presencia en plena libertad de las organizaciones sindicales de clase.

Con estas referencias al pasado quiero decir que todo se conquista y nadie nos regala nada, y que la participación activa de los trabajadores y el papel que corresponde al sindicalismo de clase son imprescindibles.

Actualmente vivimos un momento en el que se da, con toda claridad, un retroceso de las conquistas que tanta lucha y esfuerzo costaron durante estos 40 años. Hoy hay más de cuatro millones de personas en paro, la rotación y la precarización se hacen insoportables. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras están retrocediendo a la misma velocidad que aumentan las rentas del capital. Los salarios son de miseria y pierden constantemente poder adquisitivo, al igual que las pensiones. Lo público se degrada mientras se privatiza más y más.

Los retos de hoy del sindicalismo de clase son los de hacer posible una sociedad más democrática, en la que los recursos se distribuyan de manera más equitativa y justa, donde el trabajador pueda vivir con la dignidad que ahora no tiene. Hoy, como ayer, tenemos que seguir luchando y resistiendo. Soy consciente de la dificultad del momento actual y de que un tiempo no es igual que otro. Tenemos que repensar el sindicalismo en este nuevo siglo que nos toca vivir, pero sin olvidar que hay ideas y valores del pasado que siguen siendo muy actuales y nos pueden ayudar a construir el futuro que deseamos.