La percepción de los riesgos de las vacunas es útil y necesaria, pero la influencia excesiva de esta percepción por motivos filosóficos, religiosos o raciales, es nefasta desde el punto de la salud pública. Entender los motivos de la desconfianza frente a las vacunas significa comprender las creencias basadas en factores emocionales, ideológicos y contextuales que inciden de forma directa en la propia vida y que determinan la actitud tanto sobre la confianza como la aceptación de las vacunas.

Entre los principales factores que afectan a esta confianza vacunal está el cambio radical en los modos y sistemas de intercambio de la información, el manejo de los paquetes de datos e información (big data) y la existencia de ciertas comunidades ideológicas, siempre recelosas y desconfiadas con las recomendaciones y disposiciones oficiales. Durante muchos años se pensó que con el aumento del nivel educativo de los padres disminuirían las negativas a la vacunación; sin embargo se ha producido un efecto contrario y ahora son los padres más informados y formados los que ponen más dificultades a la vacunación infantil.

La comunicación es hoy en día mucho más horizontal y menos hierática y las autoridades anteriormente reconocidas y aceptadas son reemplazadas por informaciones online carentes de soporte o evidencia científica, dándoseles una mayor credibilidad, simplemente por no estar sujetas a condicionantes oficiales. La libertad de expresión y difusión de la información está poniendo en entredicho conceptos asentados desde hace mucho tiempo en el subconsciente colectivo y que afirmaban que los programas de vacunación eran esenciales e imprescindibles en una vida saludable y sostenida.

Una de las grandes batallas que hay que ganar para aumentar el grado de confianza en las vacunas, está en las redes sociales. En este ambiente de libertad de expresión y libertinaje informativo, más que educar a la población lo que se está consiguiendo es crear dudas, desconfianza y teorías de la conspiración que están dando al traste con todos los grandes esfuerzos realizados para que las vacunas consigan lo que no hace la naturaleza y es eliminar del planeta aquellos patógenos que no merecen seguir viviendo con el ser humano. Pero la comunicación no siempre resuelve todos los problemas que no se entienden bien y por ello el primer paso es siempre explicar y hacerse entender, las veces que haga falta.

La confianza social en las vacunas debe basarse en la seguridad y eficacia demostrada de las mismas, confianza en la competencia y motivos que las autoridades de salud pública utilizan para su recomendación y sobre todo confianza en los políticos y las políticas de vacunación que determinan las normas y recomendaciones de las mismas.

Uno de los factores más importantes en la confianza de las vacunas es el papel de todo el personal sanitario. Ellos constituyen uno de los grupos de influencia más importantes de cara a los padres y al entorno familiar en el momento de tomar la decisión razonada de vacunar a sus hijos. Un personal sanitario con escasa confianza frente a una determinada vacuna proyectará sus incertidumbres y dudas de forma explícita o implícita sobre las personas de su entorno creando un ambiente de incerteza y una actitud nada propicia para conseguir tasas vacunales óptimas.

La confianza debe ser mutua, es decir las personas deben confiar en los sanitarios y estos en las vacunas. Si esta bidireccionalidad no se cumple se están sembrando dudas que cuando enraízan tardan mucho tiempo en ser arrancadas. Claridad, transparencia y sinceridad deben ser las mejores herramientas para conseguir el paso definitivo desde la desconfianza a la disponibilidad al diálogo y al intercambio de opiniones. Dejemos hablar con libertad para que se expongan abiertamente las dudas razonables, todos las hemos tenido en un determinado momento, y conjuntamente debemos tomar aquellas decisiones pactadas y consensuadas, a veces de forma progresiva, que nos permitan ir avanzando en la confianza verdadera en los programas de vacunación.

La aceptación de las vacunas se basa globalmente en su adecuación, satisfacción y confianza. La adecuación se refiere a la sensación y comprensión de que las vacunas son importantes no por si mismas sino por lo que determinan en la salud futura de la persona. Además debe intentar vencerse el concepto negativo de la ausencia de la enfermedad de la que hay que vacunarse. Es gracias a las propias vacunas, que actualmente, y esto hay que recordarlo de forma constante, no hay todas esas enfermedades infecciosas que tantas muertes y secuelas han dejado en el pasado (todavía se pueden ver en nuestro país personas con secuelas paralíticas de la polio). La satisfacción debe medirse en función de la ausencia de efectos adversos y el desarrollo del concepto del bien colectivo, es decir que se está contribuyendo al incremento de la salud global a través del proceso de vacunación, de modo que las vacunas deben considerarse como un acto de solidaridad sanitaria.

Los programas de vacunación constituyen una cadena de continuidad en el presente y sobretodo de cara al futuro. La confianza en su eficacia constituye el eslabón más fuerte de la misma y se sustenta y debe sustentarse en la credibilidad, confianza y transparencia sobre todos los aspectos conocidos y basados en la evidencia científica de los que se disponga en cada momento de incertidumbre o duda no razonada.

Los países con mayores tasas de vacunación del mundo presentan unos programas de compensación de daños por efectos adversos de las vacunas, donde el eje de su implantación no es el concepto de los efectos adversos por si mismos sino el concepto de compensación por un acto sanitario; de este modo se asegura que esta contribución altruista tendrá una contrapartida en el caso de que se produzca algún daño lesivo no reconocido. Este programa se constituye como una herramienta de políticas activas para ayudar a construir y confirmar la confianza a través del debate racional y no persuasivo.

Aprovechando que estamos celebrando la semana europea de la vacunación debemos recordar que la confianza es un elemento clave en cualquier tipo de relación. En el caso de las vacunas, confianza es sinónimo de aceptación y por ello debemos intentar con nuestro esfuerzo ganarnos esa confianza día a día con información, formación y convicción.

* Unidad de Virología. Hospital Universitario Son Espases