Leo que, según una encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y La Tecnología, vinculada al ministerio de Economía, el 52,7% de los españoles se identifica mucho, bastante o algo con la afirmación "los productos homeopáticos funcionan".
Como es bien conocido, la homeopatía tiene los mismos efectos curativos que la magia, es decir, ninguno, si se exceptúa el efecto placebo, tan subjetivo e incierto. El propio ministerio de Sanidad tiene escrito que "en general, las revisiones realizadas concluyen que al homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta".
Así las cosas, se entiende poco y mal que las farmacias españolas (como las de otros países, que todo hay que decirlo) expendan normalmente productos homeopáticos. Y que algunos farmacéuticos -que pertenecen a una profesión reglada, que no se puede ejercer sin el título correspondiente- recomienden incluso alguno de estos productos milagro. Los ciudadanos son muy dueños de dejarse engañar cuando les plazca, pero es sencillamente absurdo que las dependencia de farmacia, que están estrictamente reglamentadas en nuestro país por razones obvias, estén autorizadas a vender pócimas tan eficaces como los exorcismos.
