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Conatos

El presidente Donald Trump mandó lanzar 59 misiles de precisión sobre un aeropuerto controlado por Bachar el Asad como castigo por un dudoso e impreciso ataque con armas químicas (es muy poco verosímil que a estas alturas el régimen oficial sirio utilice armas de destrucción masiva para lograr ínfimos objetivos). Y poco después, lanzó "la madre de todas las bombas" no nucleares contra un objetivo del Estado Islámico en Pakistán.

Todos sabíamos que Trump era perfectamente capaz de improvisar ataques como estos. La evidencia nos ha confirmado la sospecha. Y también sabíamos que Trump era un perfecto incompetente en materia de política exterior por lo que no sabría desarrollar una política constructiva en Siria ni cooperar con la comunidad internacional para combatir con eficacia al islamismo radical. Es hábil a la hora de lanzar bombas, amenazar, poner en riesgo la estabilidad mundial, generar inútiles confrontaciones con las otras potencias€. Pero no sabe administrar ese inmenso poder, ni adoptar estrategias sutiles, ni atacar los conflictos con la idea de reducirlos y no de volverlos insolubles.

Trump ha hecho acto de presencia con sus conatos de violencia. Pero sus expansiones no resuelto problema alguno (más bien al contrario) ni han tranquilizado a nadie. Ni a los amenazados ni a quienes tememos (incluidos muchos de sus propios ciudadanos) que su brutalidad elemental nos conduzca a la crisis o a la tumba.

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