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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Aproximaciones a la derecha española

En mis anteriores colaboraciones intenté, con mayor o menor éxito, analizar de modo sintético las estrategias que articulan la acción política de Podemos, "De la casta a la trama", y de los socialistas, "Las primarias, un reto difícil". En estas lineas me aproximo a la derecha española representada por los populares, en su contexto europeo y desde su gobernanza en minoría.

La derecha española tiene, como es lógico, sus semejanzas con sus homólogos europeos no en vano forma parte del Partido Popular Europeo formado por partidos de talante conservador, de derecha y de centro-derecha (según su autodefinición). La derecha democrática, concretamente la europea, se mueve actualmente entre los parámetros del llamado neoliberalismo económico y el conservadurismo social. Con distintas intensidades la autonomía "casi" total de los poderes económicos, la política subordinada a las exigencias del poder financiero global, la prioridad del crecimiento al margen de su "redistribución", y el "vaciamiento" de los servicios públicos en pro de su privatización.

El PP, también ha priorizado tales parámetros. La mayoría absoluta de los populares facilitó el rescate de entidades financieras con un coste de 45.000 millones de euros de fondos públicos, la aplicación pura y dura de la "abstinencia" en la educación y la sanidad pública así como de los servicios sociales básicos, las relaciones laborales se han trivializado primando la denominada (eufemísticamente) flexibilidad. Rajoy se ufana de que gracias a sus políticas estamos creciendo. Sin duda tal crecimiento macroeconómico es cierto (en parte debido a que los buenos vientos soplan a favor: el BCE compra masiva de deuda pública y préstamos a interés casi 0), pero también es cierto que tales mejoras no se reflejan en la economía real ni en la ciudadanía (incluidas las clases medias). Pero, ahora, los populares, gobernando en minoría, tienen dificultades para seguir aplicando las mismas recetas, mientras la UE nos exige reformas estructurales. La aprobación y el consiguiente debate del Presupuesto será la primera batalla. A Rajoy el apoyo de Ciudadanos no le resulta suficiente. Muy probablemente superará el primer asalto con los votos de vascos (Pnv) y los Canarios (Coalición Canaria y Nueva Canarias) a cambio de prebendas (do ut des) en forma de inversiones millonarias en ambas Comunidades. Podrá ser relevante el consiguiente debate justificando el "si" o el "no", así como las propuestas alternativas. Pero con ser importante la aprobación del Presupuesto como garantía de estabilidad política. Queda pendiente en el ámbito socio-económico el futuro (y presente) de las pensiones, una reforma fiscal seria y coherente, un replanteamiento de la financiación de las autonomías que entre otras funciones son las prestatarias de los servicios públicos básicos (educación, sanidad€), una revisión a fondo de la vigente Reforma Laboral que facilita el despido barato y formas de contratación flexibles (léase temporales y precarias).

Pero a su vez el mapa político español mantiene algunas diferencias notables con la mayoría de estados europeos, La más relevante es que en España la extrema derecha populista, a diferencia de la UE, no tiene presencia en las distintas instituciones democráticas (excepto en algún ayuntamiento de escasa relevancia). Lo que no es contradictorio con un activismo social (de momento escasamente significativo) y una presencia (en aumento) en las redes sociales y en determinados medios (el más significativo, no el único, Intereconomía). En el resto de Europa, donde la derecha es más plural, su conservadurismo social se manifiesta de modo diverso y con diversos grados de intensidad. Pero en España el PP concentra prácticamente casi todo el voto conservador y de derecha (desde los democristianos hasta los más reaccionarios) al no tener competencia electoral significativa (excepto en País Vasco, Cataluña y Canarias). En la legislatura anterior, con mayoría absoluta de los populares, intentaron la aprobación de ciertas leyes más cercanas a planteamientos radicales: la ley de Educación de Werth, la denominada Ley Mordaza de Fernandez Díaz En algún caso no lo consiguieron como fue el intento liderado por Ruiz Gallardón de modificación de artículos básicos o el rechazo total de la vigente Ley de la interrupción del embarazo. Pero la actual composición ideológica y de actitudes de nuestra sociedad, reflejada en un Parlamento plural y diverso, legítima nuevas mayorías sociales y políticas que legitiman y posibilitan la derogación y sustitución de determinadas leyes y proponer nuevas normas que regulen asuntos tales como La Muerte Digna. Desde un criterio de respeto de la autonomía y libertad propia y ajena, como criterio básico de la articulación de los diversos y plurales marcos de convivencia cívica. Los populares, con Rajoy al frente, deberán adecuarse a las nuevas circunstancias. Los más "centrados y centristas" deberán hacer oír sus voces y argumentos para vencer o convencer a los conmilitones más reacios ante cualquier cambio y/o apertura.

Queda otro ámbito de reformas de índole políticas. El encaje de Cataluña (centrado hoy en el referéndum) y también del País Vasco sólo será posible desde el diálogo. Y la restructuración territorial y competencial de nuestro vigente Estado de las Autonomías desde una perspectiva política como mínimo de carácter federal. Y, como no podrá ser de otra manera, con una Reforma de nuestra actual Constitución, que en su momento fue útil pero que hoy resulta obsoleta para dar respuestas a las nuevas demandas de las diversas ciudadanías del siglo XXI. Hoy por hoy no se percibe en el ámbito de la derecha española un talante reformista, de momento no se manifiestan síntomas de apertura en el seno del PP. La solución no es fácil, pero la típica técnica utilizada frecuentemente por Rajoy (a veces con éxito) de dejar que los problemas se solucionen dejándolos pudrir no parece ser la más adecuada para hacer frente serenamente a nuestras importantes reformas estructurales.

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