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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

El nudo de angustia

Rajoy no tiene miedo. Ni Montoro. Bueno, no vemos a nadie del Gobierno con miedo. De hecho, acaban de sacar unos presupuestos valientes, con el tipo de valentía que proporciona tener una organización detrás. No nos referimos a una organización de carácter social, qué sé yo, un sindicato obrero o un colectivo de estafados por las preferentes, las convertibles, las acciones de Bankia o las hipotecas con la cláusula suelo. Las organizaciones que respaldan al Gobierno tienen más que ver con el supermundo empresarial y el inframundo financiero. El Gobierno saca unos presupuestos duros con las clases medias y bajas, que constituyen la mayoría desarmada, y los publicita sin miedo, es más, con una osadía verbal que nos deja pasmados.

Montoro hablaba de otro país, no sabemos cuál, quizá del suyo, que desde luego no es el nuestro. ¿Dónde está el miedo, pues? En el lado de siempre, en el país de siempre. Nadie pone en cuestión la licitud de los beneficios empresariales ni la legitimidad de los enjuagues financieros, pero se duda en cambio del futuro de las pensiones. Enciendes la radio y hay alguien asegurando que no llegamos al 2020. Te asomas al telediario y aparece un experto afirmando que el futuro de las pensiones está en juego. Abres el periódico y un artículo muy sesudo explica para tontos por qué el sistema, sobre las bases actuales, resulta insostenible. Entiéndase que lo que resulta insostenible es sostener a los sostenedores. Los sostenedores son los que han cotizado durante cuarenta o cincuenta años para que el tinglado no se viniera abajo. Todo eso está en juego. Hay quien, con una crueldad que supera todos los límites, sugiere que la gente contrate seguros privados. ¿Con este paro? ¿Con estos salarios? ¿Con esta depresión?

Lo de las pensiones, conociendo el percal, asusta. El miedo, en fin, está del lado de acá, donde ha estado siempre, pero más agudizado que en otras épocas. El miedo de esta época da miedo. Uno no es partidario de que el miedo cambie de bando, pues nos hallaríamos ante posiciones simétricas, pero sí de que se reparta. No debería haber ciudadanos con más miedo que otros. Hay miedo para todos como hay riqueza para todos. Repartamos ambas cosas y quitémonos ese nudo de angustia que nos paraliza.

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