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Page en su laberinto

El sector del PSOE que patrocina Emiliano García-Page es el que defiende la tesis de que el Partido Popular es su adversario mientras Podemos es su enemigo. La formulación, que se ha escuchado tras el golpe de mano del primero de octubre, es perfectamente respetable, entre otras razones porque responde a un determinado designio histórico: es muy conocido el odio leninista a la socialdemocracia, considerada el ala moderada del fascismo, acuñado durante la Tercera Internacional, tras el triunfo de la Revolución de Octubre. Por más que en el séptimo congreso del Comintern, y ante el ascenso del fascismo, se adoptase la línea del Frente Popular que impulsaba las alianzas incluso con los partidos burgueses, y por supuesto con los socialdemócratas. Más allá del decadente historicismo, que no tiene sentido a estas alturas, el laberinto de Page resume el dilema actual del PSOE tras la fractura del hemisferio izquierdo del espectro y el surgimiento del populismo de izquierdas que ha pactado con Izquierda Unida: las opciones actuales de la socialdemocracia son la alianza "a la portuguesa" con las fuerzas de más a la izquierda o la "gran coalición" a la alemana con el Partido Popular. Los equilibrios intermedios sólo conducen a la melancolía, como la que se palpa en Castilla-La Mancha, donde el jefe del ejecutivo ha querido estar en la procesión y repicando. La postura de Podemos en la región manchega es absolutamente racional y Page tendrá que tomar una determinación. Determinación que iluminará sin duda las primarias socialistas, en las que lo que en realidad se dirime es el fondo del dilema con que se enfrenta el líder toledano.

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