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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La concejala no teme a Bomberos

Los bomberos y los antiguos periodistas corrían hacia el fuego cuando el resto de la población huía de las llamas. Ya solo quedaban los primeros, pero el comportamiento intimidatorio e indigno de un grupo de estos funcionarios palmesanos hacia la concejala Angélica Pastor extingue la esperanza. Montarle a la regidora que les comanda un paseíllo, y un enclaustramiento muy similar al utilizado en las manifestaciones para cercar a los alborotadores, certifica la degradación de un cuerpo que gozaba de popularidad intachable.

No hay ninguna diferencia entre una política y un político como encarnación del poder a combatir. Sin embargo, el ejercicio de acoso recogido en vídeo va más allá de un ejercicio machista a sancionar administrativamente. No había visto nada igual desde la película Z, y eso se llama dictadura. En contra de su objetivo, los bomberos participantes en la maniobra no solo han dilapidado la creatividad de su reivindicación en el pleno de Cort. Han asustado además a los ciudadanos, al arruinar su prestigio. Previamente habían incluido en sus graffiti a Aurora Jhardi, con la particularidad de que pintarrajearon camiones que no les pertenecen. ¿Qué credibilidad como guardianes de la integridad física de la ciudad asiste a quienes ultrajan sus símbolos, pagados a escote por los ciudadanos?

Coincidí con Angélica Pastor en un reciente debate en IB3. No interpuso ninguna prevención ni exigencia, la grabación del programa muestra la típica conflagración entre periodistas antiguos y políticos de toda la vida. La única arma de la concejala socialista es el coraje, y entre bomberos y policías están convirtiendo a una política del montón en una heroína. El martes dio una lección de clase y categoría a quienes solo podían oponerle el músculo, refugiados en la masa. Hacía tiempo que no asociaba el periodismo a una emoción, y ha tenido que ser de repulsión. Hay miles de mallorquines dispuestos a ser bomberos, incluso en las condiciones sin duda injustas que padecen los actuales. En cambio, nadie quiere ser ya periodista antiguo.

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