Leo que algunos presidentes de comunidad autónoma, concretamente Guillermo Fernández Vara y Ximo Puig, se han apresurado a reclamar a Rajoy un trato semejante al que ha recibido Cataluña, en clara referencia a las promesas que el pasado martes derramó solemnemente el jefe del Ejecutivo en la capital del Principado (inversiones en Cercanías, Corredor Mediterráneo, etc., por un total de 4.200 millones de euros).
La reclamación es una obviedad, y sin duda todos los gobiernos de las comunidades autónomas de régimen general la formularán de un modo u otro. A lo que, son vicilar, Rajoy responderá que no habrá privilegio alguno, lo que lleva a pensar que la promesa a Cataluña no era una dádiva sino un avance de lo que le tocará en el reparto de los presupuestos del Estado? Lo cual tampoco merecería tanto alarde?
De donde se desprende que el camino emprendido de pacificación es tan artificiosos como inútil a medio plazo. Si el Estado se quiere congraciar con Cataluña, deberá reformar -en un marco multilateral, no bilateralmente- el sistema de financiación o incluso el modelo autonómico? Cualquier intento de seducir otorgando trato desigual a alguien que por definición ha de ser tratado como igual es tiempo perdido. Y prestigio desperdiciado.
