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Sol y sombra

Traición a la democracia

La trama rusa y la alianza populista para crear un nuevo orden

Adam Schiff cree que si se prueba la influencia de Putin en el resultado de las últimas elecciones americanas y la connivencia de Trump estaríamos ante una de las mayores traiciones a la democracia en la historia de Estados Unidos. Schiff parece un tipo de fiar como prueba su trayectoria de congresista en favor de las libertades: la de prensa ha sido una de sus principales causas.

Representante demócrata en el comité de inteligencia encargado de investigar la piratería rusa, ha cuestionado al presidente de la comisión Devin Nunes, al que acusa de desviar la atención sobre el asunto para favorecer a Trump. Como es natural, el magnate inmobiliario inquilino de la Casa Blanca sabe lo que se juega en el caso de que existan algo más que las pruebas circunstanciales que en estos momentos colean, por eso no está nada interesado en una investigación a fondo. La trama rusa podría llevárselo por delante.

La idea extendida de una injerencia de Putin en los últimos resultados electorales de Estados Unidos se ha visto reforzada por el papel que se le atribuye en relación a los partidos populistas en las campañas europeas que se avecinan. El presidente de la Federación Rusa no ha ocultado sus simpatías por los lepenistas franceses, los ultraderechistas de la Lega Nord, el partido de Beppe Grillo, los filo nazi holandés y húngaros, etcétera. Para él, el populismo es la tormenta perfecta: un nuevo choque de civilizaciones interno dentro de Occidente favorecería sus planes de destruir a las democracias burguesas y acabar con ese concepto maldito llamado establishment.

El que ellos, Putin y sus aliados, de este y del otro lado del océano, concitan es otro conciliábulo mucho peor: el del fascismo. Por si alguien lo duda, se trata de una guerra para imponer un nuevo orden.

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