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Puigdemont en Harvard

A Puigdemont, un político ultranacionalista que anuncia su disposición a violar las leyes para provocar un ilegal referéndum de autodeterminación, no le recibe nadie en Europa, toda ella solidaria con el gobierno democrático y las instituciones españoles. Pero el presidente de la Generalitat, necesitado compulsivamente de respaldo internacional, no se conforma con la cerrada negativa de la UE y busca oxígeno al otro lado del Atlántico. Y, en primera instancia, ha conseguido ser escuchado en la Universidad de Harvard. Nada menos.

Pero conviene leer la letra pequeña: los dislates de su conferencia, en la que ha comparado a España con Turquía y ha dibujado a nuestro país como una madrastra autoritaria, han sido pronunciados en una pequeña sala periférica ante unas noventa personas, en su mayoría estudiantes. Ocioso es decir que este gran acontecimiento apenas ha merecido un lugar muy secundario en la prensa española pero ha estado completamente ausente de la norteamericana. Nadie sabe, después de la proeza, quién es Puigdemont, ni en Harvard ni en los Estados Unidos. La gira de Puigdemont continúa, naturalmente a cargo del contribuyente. El sentido del ridículo no fue nunca el fuerte del nacionalismo catalán, aunque esta vez los comentarios catalanes y españoles ante esta pirueta inaudita están siendo implacables. Puigdemont persiste en su afán de escribir la historia: la historia de un gran histrionismo escenificado por un payaso a su pesar.

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