Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

Norte y sur

Que se separe lo que pasa en sur -en la época de las emisiones de co2, el deshielo del Ártico, el cambio climático, e internet- parece una broma de mal gusto. Como el muro de Trump pagado por los mexicanos. Pero cuando todo se rige por el patrón oro puede ocurrir cualquier cosa. Como que se pongan fronteras donde no las hay. Las declaraciones del señor Dijsselbloem sobre que el norte no debe ayudar económicamente al sur porque aquí nos lo gastamos en champán y mujeres, son como mínimo, graciosas y no entiendo por qué los políticos del sur contraatacan con tanta ligereza. Parecida, por otro lado, a la que tiene el señor Dijsselbloem en la lengua.

Lo cierto es que el jefe del Eurogrupo no dijo champán, pues lo debe de encontrar demasiado sofisticado para nosotros los del sur. Dijo vino o licor y tiene uno la impresión de que lo que quería decir y se mordió la lengua, era que nos lo gastamos en ´vinazo y putas´. Quizá sea una impresión falsa pero es lo que parece: que se contuvo en su expresión. Inmediatamente se han rasgado las vestiduras, pero cuando uno piensa en Blesa, el Bigotes y todo el tremendo elenco de La reina castiza, pues tentado está de dar la razón al estirado Dijsselbloem. Cuando uno piensa en la caldereta de langosta para todos, en más gambas que si esto es la guerra que no llegue la paz, o en las suculentas dietas de ciertos consejos de administración, pues quizá habría que reflexionar un poco antes de levantarse del estrado a discutir con el frígido -hablo de aspecto- Dijsselbloem, el hombre que no quiere arrepentirse de sus palabras.

La propaganda de esa imagen del sur la hemos construido nosotros mismos: unos -los peores- con sus hechos y los otros aireándolos, que es la única manera de parar a los primeros. La gente que piensa como Dijsselbloem se frota las manos ante cada nueva noticia de esta corte de los milagros que es la España hortera de la pasta. Y lo mismo ante el bunga-bunga de Berlusconi en Italia, o con tantos profesionales liberales de Grecia que curiosamente no ganaban más de doce mil euros al año (cifra tope allí para empezar a pagar el IRPF). Quiero suponer que a eso se refería Dijsselbloem con lo del vino y las mujeres. Ya se sabe que las costumbres es lo más difícil de aceptar en la convivencia. Y resulta que el norte y el sur conviven ahora -si el Brexit no lo hace saltar todo por los aires- y los del norte no son corruptos, ni gastan un dinero que no es suyo en vino, licor y mujeres, o lo que sea. Las novelas negras de los países del norte de Europa sólo son ficción, pura ficción. En cambio las nuestras, o las italianas, o las griegas están ´basadas en hechos reales´. Será eso.

A cualquiera que tenga alrededor de sesenta años o más, no le costará recordar las cogorzas olímpicas de los nórdicos allá por los sesenta/setenta con peligrosos licores destilados en la isla. Los había que veían visiones, otros entraban en coma etílico y algunos emulaban a superman desde el balcón de su apartamento. Y todos los menores de esa edad -al menos en Mallorca- habrán visto a los centroeuropeos pillando unas cogorzas de campeonato alrededor de un cubo de plástico lleno de sangría. En cuanto a las mujeres, mejor no entramos en detalles ni en uno, ni en otro caso. Pero también es verdad que el dinero que salía y sale de los bolsillos de quienes nos visitaban y visitan, sale, efectivamente, de sus bolsillos, no de las ayudas de la Comunidad Europea. De esas ayudas salen los aeropuertos donde se les recibe, las autopistas que transitan, la visión de los campos cultivados, la limpieza de las playas, etcétera, etcétera, etcétera€ Ya saben, ya, por qué nos ayudan.

Somos su balneario. Que la corrupción esté bajo el asfalto o en las pistas, o donde sea, que no se preocupe Dijsselbloem, que nos da más vergüenza que a él y también tenemos jueces y fiscales: nunca había desfilado tanta gente por el banquillo como ahora. Nunca en toda la historia de España reciente. En cuanto a la expresión vino y mujeres no deja de ser una expresión de mal gusto. Como de chulo de barra de bar de hace cincuenta años. Y si no que se lo pregunten a las mujeres, a las que el rígido Dijsselbloem no debe de conocer mucho porque si no, no creo que hubiera dicho lo que dijo. Respecto al vino pues tampoco él procede de tierra de vinos, o sea que se agarró al tópico y ahora no lo suelta porque debe de ser de esos que no se equivoca nunca. Hoy en día está lleno de gente así: ni muertos dan marcha atrás. Menos mal que no le dio por criticar el sol, el mismo que hace de brújula a todos los viajeros del norte que vienen al sur. Habrá que preguntarle a Dijsselbloem dónde pasa sus vacaciones.

Como habría que preguntarle también si -con el Brexit llamando a la puerta y la estabilidad de la unión europea más en desequilibrio que nunca- es el momento para un comentario de este tipo. ¿Debe el jefe del Eurogrupo marcarse este irresponsable solo de trompeta ahora? Con el divorcio británico aquí mismo y el mercadeo de esto me lo quedo yo y esto te lo puedes quedar tú (por cierto apenas nadie ha dicho que Gran Bretaña, tanto despotricar como Dijsselbloem, debe varias docenas de miliardos a la UE), ¿hay que hablar de copas y mujeres, o de reforzar la idea de Europa frente a la de los que querrían verla hecha añicos? Dijsselbloem -otro más- da la impresión de que no tiene ni idea y además le importa un bledo. Suele ocurrir con los creidillos.

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