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Pedro De Silva

En corto

Pedro de Silva

La primavera tiene sus edades

Todas las primaveras son raras, sobre todo al principio. La rareza viene más que nada -al menos para mí- de una sensación de irrealidad, de desconcierto, de falta de sentido, que (me digo) no está en el observador, sino en lo observado, aunque quién sabe. Como si todas las cosas -la luz, las nubes, esa lluvia imprevista, ese viento errabundo, los cambios constantes en la temperatura, el empeño de las flores en brotar a todo trance, la alergia hostigando los cuerpos- ensayaran a retazos una representación que se resiste a cuajar en obra entendible. Poco a poco la primavera se irá encasillando, aunque sea a tarascadas, hasta tomar forma. Es a esa primavera en sazón, ya hecha por los días, a la que en general se refieren los poetas que la cantan y los pintores que la pintan. Pero en la primera primavera, tan falta de elementos armónicos, está su verdad. La que luego vendrá imita al arte.

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