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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Infectados

Algunos expertos sostienen que la propagación de la Xylella fastidiosa ha sido posible debido a la falta de control. La imagen de los almendros en flor se encuentra amenazada

Cuesta mucho imaginarse Mallorca sin almendros. La imagen de nuestra isla ha venido asociada de forma inseparable a la de los almendros en flor, aunque creo recordar que el este cultivo comienza a formar parte de nuestro paisaje en los inicios del siglo XX. Es inimaginable la visión del Pla en febrero, desde una altura como, por ejemplo, el puig de Santa Magdalena o el altozano de Búger, huérfano de la blanca alfombra que ha inspirado efusiones poéticas, y también cursilería (Aina Cohen), a raudales. El delicado ramo de la blanca flor de almendro ha sido uno de los más apreciados para acompañar los pasos de las más sensibles de las novias hasta el altar. Es una de las felices conjunciones entre seres vivos pertenecientes a órdenes distintos, el del reino animal y el vegetal, en que la relación no está basada exclusivamente en la supervivencia de los clasificados entre los primeros, sino en su notoria capacidad para percibir la belleza del sexo que le ofrece el mundo a través del segundo reino. Pero, ay, la madre naturaleza es alérgica a la calma y a consideraciones estéticas. Si hacemos caso a Joseph de Maistre y obviamos a Holbach y a Rousseau, que hablaban piadosamente de la naturaleza como si fuera armoniosa, benévola y liberadora, aceptaríamos que en ella reina una violencia manifiesta, una especie de cólera prescrita que arma a todos los seres: en cuanto abandonas el mundo inanimado, encuentras el decreto de la muerte violenta escrito en las mismas fronteras de la vida. En nuestro caso, de otro reino, el de las móneras, las bacterias.

No sé si existe algún tipo de responsabilidad entre nuestros dirigentes, sean de la comunidad, del Estado o de la UE. Según el biólogo Eduardo Moralejo, experto en micología vegetal, perteneciente al Imedea (CSIC-UIB), en 2010 no se hablaba de la Xylella fastidiosa, pero ya estaba allí, en Son Carrió; pero en 2013 sí ya se hablaba de ella. ¿Qué se ha hecho desde 2013 hasta ahora? ¿Qué hizo Gabriel Company como conseller de Agricultura? ¿Qué ha hecho Vicenç Vidal? Según algunos expertos la propagación ha sido posible debido a la falta de control. El visual es absolutamente insuficiente; se requiere el análisis de muestras en el laboratorio. Se han detectado brotes en Manacor, Sant Llorenç, Son Servera, Santanyí, Inca y Algaida; también en Eivissa. Ya han muerto 100.000 almendros por la Xylella y peligran los pujantes cultivos del olivo y la vid; están amenazados también ciruelos, melocotoneros y limoneros. Llama poderosamente la atención que ante un problema de estas dimensiones no existan diferencias entre Govern y oposición respecto al diagnóstico y a la terapia a aplicar: no el protocolo de erradicación, sino el de contención. Esperemos que no responda a una estrategia de exculpación mutua y que la terapia que se propone, la del arranque de los árboles infectados y de la convivencia con la Xylella sea la adecuada ante la exigencia de los agricultores valencianos de que se arranquen todos los almendros (parece ser que los más vulnerables son los más viejos y de cultivo extensivo; los más jóvenes y de regadío parece que son más resistentes a la bacteria). Es muy dudoso que la estrategia sea efectiva puesto que además del control de la zona afectada, se requiere el de los insectos propagadores, y esto se antoja muy difícil de conseguir sólo con las trampas biológicas. Vale la pena reflexionar sobre la procedencia de la bacteria infecciosa, originaria del norte de California, identificada a finales del siglo XIX. Es uno de los inconvenientes de la discutida globalización, la dificultad de mantener áreas estancas a las infecciones por la revolución de los transportes y el comercio internacional de plantas ornamentales, que según los expertos, es por donde se habría introducido la bacteria fatal.

Parece ser que en Mallorca ya nadie vive de las almendras. Y son, en el mejor de los casos, temporeros venidos de fuera los que las recogen, pues el duro trabajo de varear y recogerlas ya no compensa económicamente a los payeses. No dejará de ser una tremenda paradoja que pasemos a consumir almendras de California, patria del patógeno. Pero las dimensiones de la catástrofe que amenaza al campo de las islas puede dejar en magnitudes ridículas el histórico arranque de las vides, infectadas por la Filoxera. Precisamente cuando se están desarrollando en Mallorca ambiciosos proyectos que conllevan millonarias inversiones para la producción de vinos y aceites de calidad, todos ellos susceptibles de revitalizar el sector agrícola, con lo que se conjuraría una irreversible ruta del campo mallorquín a la condición de espacio ornamental para el turismo, es cuando se descubre, tarde, la epidemia que amenaza con arruinarlo todo. La respuesta administrativa es la de siempre: no hay que caer en el alarmismo y que se arbitrarán ayudas. Pues bien, cabe la sospecha de que la reacción de los gobernantes haya sido precisamente la de minusvalorar la epidemia para salvar sus propias responsabilidades. La salvación del campo no reside en obtener subvenciones o compensaciones, sino en asegurar su rentabilidad económica. Para ello se requiere una administración diligente. No parece que sea la que tenemos.

La otra infección que nos está afectando es una infección moral. Es la de la violencia en los campos de fútbol. Se nos quedó en la retina de todos los que frisamos los setenta la célebre fotografía de Damià Huguet en el año 1972, portada del Diario de Mallorca, en la que unos aficionados perseguían a un árbitro para atizarle, silla en ristre, en Campos. Esta foto dio la vuelta al mundo. Como decimos ahora, se hizo viral. Como viral se ha hecho el video de los vergonzosos acontecimientos de Alaró en un partido de infantiles entre el Alaró y el Collerense, en el que padres de los jugadores de ambos equipos se han zurrado a puñetazo limpio, en una orgía de violencia como no recordábamos. Pero se ha hecho viral la noticia de Diario de Mallorca no solamente en las redes sociales, las televisiones no han dejado de emitirla machacona y diariamente en todos los noticiarios, ha dado la vuelta a todo el mundo y nos ha colmado de vergüenza. Algunos comentaristas han explicado tanta violencia por la implicación de los padres, por tratar de conseguir que sus hijos sean futuros Messis que les liberen de la dependencia económica. No sé. En Mallorca ha habido, desde siempre, una violencia soterrada, especialmente en los pueblos, compañera de la falta de instrucción, que quizá se pueda explicar por el clima de opresión social, o quizá por un fuerte sentimiento tribal e identitario, territorial, que se manifestaba en lances en los que intervenían chicas o en partidos de fútbol con equipos de otras localidades. En todo caso, sean expectativas económicas o síntomas tribales, lo que evidencian tales desmanes es la delgada piel de la civilización que ni la alfabetización generalizada ha conseguido engrosar. Lo más sorprendente de la grabación, además del frenesí de violencia que nos ha dejado perplejos, es el grito de una mujer: "¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! ¡Por favor, señores, que hay niños!". La mujer, la única esperanza de racionalidad, en Alaró, en castellano, en la lengua que, según el Estatut, no es lengua propia.

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