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Más palo y menos zanahoria

Significativamente, los primeros presupuestos de la era Trump se caracterizan (entre otros detalles relevantes) por un recorte drástico de las partidas correspondientes al Departamento de Estado y un incremento brutal de las dedicadas a Defensa. La diplomacia no interesa al multimillonario y sí en cambio la capacidad de su país para hacer la guerra.

No es difícil deducir de estas decisiones elocuentes que el atrabiliario y misógino personaje que hoy rige los destinos de los Estados Unidos (y, en buena medida, del mundo) está decidido a utilizar más el palo que la zanahoria, a recurrir a la amenaza más que a la persuasión. Lo que demuestra que abomina en realidad la política, que en democracia incluye una serie de servidumbres, como la de someterse por sistema al escrutinio de los medios de comunicación, que muestran a los ciudadanos la verdadera faz de aquellos a quienes la mayoría ha designado para ejercer los roles de poder.

La democracia es, por definición, el método más civilizado de solución de conflictos, y quien la interioriza y la practica con criterios elevados sabe que su mérito se reconocerá cuando consiga sus objetivos mediante la dialéctica y no a través de los cañones. Eso no lo piensa Trump, como es evidente, y de ahí que sea legítimo dudar de su integridad democrática.

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