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Camilo José Cela Conde

Presupuestos

Sin presupuestos no hay vida; política, al menos. La última Ley de Presupuestos Generales del Estado que se aprobó fue la...

Sin presupuestos no hay vida; política, al menos. La última Ley de Presupuestos Generales del Estado que se aprobó fue la del 29 de octubre de hace dos años, correspondiente al ejercicio de 2016, y en su momento dio lugar a todo tipo de críticas porque el presidente Mariano Rajoy decidió llevarla a las Cortes cuando las elecciones de diciembre de ese mismo año habían sido ya anunciadas.

El resto de la historia es conocida: a los resultados salidos de las urnas les siguió casi un año de asfixia política derivada de la incapacidad de ningún partido para lograr la investidura. La siguiente cita electoral, la del 26 de junio de 2016, tampoco pudo derivar hasta finales del mes de octubre en un Gobierno que sustituyese al que llevaba casi un año en funciones. Con lo que los presupuestos vigentes ahora son aquellos que, con un año y cinco meses a sus espaldas, huelen ya a fósil, siendo así que el Consejo de Ministros tendré que tramitar los nuevos en unas circunstancias más que dudosas. El calendario se conoce: a finales de este mes se enviará el proyecto de ley al Congreso y el 23 de junio habrá de culminar el filtro parlamentario. Lo que no se sabe es cómo lo hará, después de que el rechazo al decreto de los estibadores haya puesto de manifiesto la evidencia de que el Partido Popular no cuenta con apoyos suficientes en las Cortes para garantizarlo.

Que, ante la alarma generada por el revés parlamentario, Ciudadanos haya anunciado su apoyo a la Ley de Presupuestos sirve de poco porque es harto sabido que sumando sus escaños a los del PP no basta. Y el apoyo del tercer grupo de diputados que permitió la investidura de Mariano Rajoy, el del Partido Socialista, se antoja imposible, estando metido como está en unas primarias a cara de perro. La alternativa pasa por convencer al Partido Nacionalista Vasco y a Coalición Canaria de que es imprescindible contar con una nueva ley que establezca el techo del gasto autonómico exigido por la Unión Europea. No se sabe qué costes políticos habrá que pagar para que el PNV acceda a dar el sí pero parece que hay un acuerdo previo a tal respecto.

Por si las moscas, desde el Gobierno se ha advertido acerca de lo inconveniente que sería un adelanto electoral derivado si no se logran aprobar los presupuestos, cosa es lo mismo que poner sobre la mesa la amenaza de dar por liquidada la legislatura. Con lo que la presión se traslada al PSOE, dado que unas nuevas elecciones pueden llevarle al desastre. Tenemos, pues, la suma de las exigencias europeas con fecha fija, la debilidad parlamentaria del Partido Popular y el rosario de penalidades del PSOE. Algo como para que haya que bendecir aquella decisión ya casi prehistórica, la de octubre de 2015, cuando el mismo presidente que tenemos ahora, Rajoy, decidió en contra del resto del abanico político aprobar los presupuestos que nos han permitido llegar hasta donde estamos. ¡Qué paradoja!

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