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Matías Vallés

No es Cursach, es la policía

En una escena de El fundador, la biografía del impulsor de McDonald’s como marca más célebre del planeta, Michael Keaton presume de que “si mi máximo competidor se está ahogando, le meto una manguera en la boca, ¿estás tú dispuesto a hacer lo mismo?” Tolo Cursach respondería afirmativamente y, si esta filosofía acuática no ha dañado la reputación del imperio de las hamburguesas, tampoco debería ser fatídica para el empresario mallorquín. El problema surge cuando el juez determina que “el Grupo Cursach tenía seguridad con policías locales, nacionales y guardias civiles”. El pícaro o bribón está previsto en la jungla de los negocios, el sometimiento del Estado a sus designios levanta escalofríos.

No es Cursach, es la policía. Con sus jefes políticos, claro. La fascinación mallorquina por el magnate desclasado vuelve a entroncarlo en la recia estirpe de la especie autóctona de contrabandistas de productos químicos prohibidos, que compraban a los carabineros para facilitar el tráfico. La participación de los funcionarios armados es letal para la democracia. En todos los casos conocidos, agentes y munícipes se sumaron por dinero, sin necesidad de presionarlos. En la estampa desoladora a estas horas de la batalla, el empresario nocturno organizó a las fuerzas policiales ante la permisividad de los gobernantes.

Cada vez que se proclama “la Mallorca de Cursach” o “la policía de Cursach”, sufren la isla y sus fuerzas armadas. El empresario ve engrandecida su leyenda, hasta el punto de que la fijación con su personaje permite olvidar que la situación mallorquina es un pálido reflejo de la ibicenca, también con inequívocos apellidos locales. Los truhanes ponen a prueba la consistencia de las instituciones, con resultados desastrosos en el caso que nos ocupa. Los agentes uniformados, que pasaban “a cobrar directamente un salario fijo del Grupo Cursach”, no solo transparentan los procedimientos escabrosos para el control de la noche. Sobre todo, demuestran la necesidad de fabricar policías más resistentes, a prueba de corrupción. Difícil, con este ambiente.

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