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Libertad de expresión

Lo que más irrita del episodio del autobús tránsfobo, mediante cuya publicidad un grupo de fanáticos pretende limitar la autonomía personal y la libertad de personas transexuales, que experimentan un conflicto de identidad sexual, es que sus promotores afirmen que su objetivo es promover y defender la "libertad de expresión". Es inevitable, ante tamaña falacia, traer a colación a Orwell y su 1984, cuyo protagonista, Winston Smith, trabaja en el "ministerio de la Verdad", que se dedica a destruir o manipular todos los documentos históricos -libros, fotografías, periódicos- para conseguir que las evidencias del pasado coincidan milimétricamente con la versión actual de la historia que mantiene el infalible Estado totalitario de la ficción.

De forma análoga, quienes quieren mantener el confinamiento, la marginación, la exclusión y la persecución de los transexuales, personas cuya identidad sexual no coincide con su sexualidad biológica, aseguran que no pretenden otra cosa que protegerlos, liberarles, sacarles del alcance de algunos progresistas que tienen -tenemos- la osadía de afirmar que ellos también, con sus grandezas y sus miserias, forman parte fraternal de nuestra sociedad, han de ser admitidos e integrados plenamente en ella sin obstáculo alguno y poseen incluso su propio e inalienable derecho a la felicidad.

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