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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Desagradable Luis Enrique

El ser humano le sobrevivirán las cucarachas y los manuales de liderazgo, que los cursis llaman management. Esta basura literaria...

Al ser humano le sobrevivirán las cucarachas y los manuales de liderazgo, que los cursis llaman management. Esta basura literaria rebosa conceptos como empatía, motivación, participación y demás unicornios ausentes de la experiencia cotidiana, cuando su único objetivo consiste en la fabricación de tiranos aceptables por la mayoría. Luis Enrique aporta el ejemplo perfecto de que puedes triunfar en la vida sin haber leído un solo libro de autoayuda. El entrenador también es la prueba de que puedes ganar las competiciones más exigentes sin que te rec0nozcan ni un solo mérito. Si el entrenador del Barça lograra un Oscar, su propio club se apresuraría a anunciar que la estatuilla era en realidad para Moonlight.

Nadie se ha esforzado tanto como Luis Enrique por ser desagradable. No insulta a los periodistas por los miles de motivos que compartiría un ser humano razonable, sino porque están ahí. Al cascarrabias no se le perdona ni el triunfo. Quienes hostigaban al entrenador del Barça, caían embelesados ante perdedores compulsivos, como Bielsa o Arsène Wenger. El barcelonismo toleraba a duras penas al técnico, mientras seguía suspirando por un Guardiola que rebajaba el palmarés del Bayern previo a su llegada y que también establece distancias olímpicas con los informadores. Los devotos no entenderán jamás que un equipo con Messi no necesita entrenador, y que ningún entrenador mejorará un equipo sin Messi.

La personalidad avinagrada irrita a los propios sin despertar la afinidad recíproca de los ajenos. Vulgo, Luis Enrique. El ser humano alcanza el estado adulto cuando entiende finalmente que no hay caballeros en el deporte de alta competición. Sin embargo, niños cincuentones insisten en mentir sobre los valores de la élite deportiva. Repetiremos por enésima vez que el más grande, Michael Jordan, era una mala persona. A partir de ahí, el entrenador del Barça ni se ha detenido a hojear los manuales de alta dirección o de despotismo con ilustraciones. Afirma que se va cansado, pero sobran candidatos a cansarse por seis millones de euros al año.

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