La infanta ha sido exonerada de cualquier responsabilidad porque ha salido adelante su versión de los hechos: ella no sabía, era incapaz de ver, no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, respondía en definitiva al estereotipo de la mujer pasiva al cuidado de los niños y al servicio del esposo. Y el esposo de la infanta, yerno del Rey, ha sido condenado a seis años y tres meses por varios delitos pero ha sido dejado de momento en libertad sin fianza? con posibilidad de seguir residiendo en la hiperbólica Suiza. En Suiza, nada menos.
Es la hora de las preguntas: ¿hubiera prosperado una estrategia de defensa como la que han utilizado los abogados de la infanta si doña Cristina de Borbón no fuera la hermana del Rey? ¿Habría quedado en libertad sin fianza y con posibilidad de residir en el extranjero cualquier otro presunto delincuente económico condenado ya en primera instancia y que no se llamase Iñaki Urdangarin?
Las preguntas no son fáciles ni directas. Porque la sentencia dictada por unanimidad por tres profesionales de prestigio ha puesto en serio aprieto toda la tarea de instrucción y porque al otro lado del fiel de la balanza habría quien hablase de ensañamiento y también de injusticia. Pero sin duda el lector sabrá responderlas sin dificultad.
